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"El trabajo en un Centro de Salud puede dar muchas satisfacciones. Sin embargo, es bastante frecuente la sensación de pérdida de tiempo, de trabajo intrascendente. Hay días en los que la ocupación esencial consiste en solventar lastres «B» de la Atención Primaria: banalidad, burocracia y basura. Consultas múltiples por problemas triviales, trámites cargantes con poca racionalidad, y muchos deberes subordinados del nivel Especializado."
Este párrafo pertenece una comunicación firmada por Pedro Valdés, médico de familia, y presentada en 2008, con el título "Una estrategia de futuro para la atención primaria" (*).
Con el aforismo inicial El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente, de Gustave Flaubert, se presenta la Atención Primaria ante un nuevo cambio, en un momento de pre-crisis general en el que ésta ya estaba sufriendo su particular crisis, haciendo un repaso histórico de las sucesivas reformas, con adulaciones políticas de los profesionales y creciente malestar de los mismos (esa frustrante sensación de que quien quiere hacer y no puede, porque no lo dejan), inmersos en una mayor demanda de los servicios sanitarios, por las crecientes expectativas de los ciudadanos, sin una adecuada planificación y con un manifiesto descontrol de las prestaciones (cartera de servicios que se brindan), con un canto triunfalista que se pierde en la nada.
Es mi síntesis personal de un amplio escrito que se adentra en el uso de los recursos y la tecnología, considerando la capacitación profesional y la gestión de la calidad (haciendo una descripción de los tres modelos principales de gestión de procesos en Atención Primaria), sin obviar la sostenibilidad del sistema sanitario y teniendo en cuenta a los usuarios como su razón de ser, y concluyendo con la necesidad de nuevos cambios. Y aquí se establece la incerteza: ¿progresivamente, sin grandes reformas?
Pero además, ¡ay!, las estrategias han de ser promovidas por los responsables políticos y los gestores, cuando éstos son cargos de libre designación (de confianza), variables en función de la tendencia en cada momento. No lo olvidemos. Porque aunque los profesionales, quienes mejores conocen el medio sanitario, puedan y deban impulsar mejoras, el poder está en manos de los gobernantes. Y si éstos no se desprenden de sus intereses partidistas y no miran, con visión de estado, por el interés general del sistema público de salud, no cabe esperar ninguna mejora sustancial de la Atención Primaria.
Con el aforismo inicial El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente, de Gustave Flaubert, se presenta la Atención Primaria ante un nuevo cambio, en un momento de pre-crisis general en el que ésta ya estaba sufriendo su particular crisis, haciendo un repaso histórico de las sucesivas reformas, con adulaciones políticas de los profesionales y creciente malestar de los mismos (esa frustrante sensación de que quien quiere hacer y no puede, porque no lo dejan), inmersos en una mayor demanda de los servicios sanitarios, por las crecientes expectativas de los ciudadanos, sin una adecuada planificación y con un manifiesto descontrol de las prestaciones (cartera de servicios que se brindan), con un canto triunfalista que se pierde en la nada.
Es mi síntesis personal de un amplio escrito que se adentra en el uso de los recursos y la tecnología, considerando la capacitación profesional y la gestión de la calidad (haciendo una descripción de los tres modelos principales de gestión de procesos en Atención Primaria), sin obviar la sostenibilidad del sistema sanitario y teniendo en cuenta a los usuarios como su razón de ser, y concluyendo con la necesidad de nuevos cambios. Y aquí se establece la incerteza: ¿progresivamente, sin grandes reformas?
Pero además, ¡ay!, las estrategias han de ser promovidas por los responsables políticos y los gestores, cuando éstos son cargos de libre designación (de confianza), variables en función de la tendencia en cada momento. No lo olvidemos. Porque aunque los profesionales, quienes mejores conocen el medio sanitario, puedan y deban impulsar mejoras, el poder está en manos de los gobernantes. Y si éstos no se desprenden de sus intereses partidistas y no miran, con visión de estado, por el interés general del sistema público de salud, no cabe esperar ninguna mejora sustancial de la Atención Primaria.
(*) Referencia:
Valdés P. Una estrategia de futuro para la Atención Primaria. Salud 2000 jun 2008; 118: 12-18.
Se Te olvida (La Mentira)
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