No hay nada como il dolce far niente.
“Yo soy un honrado trabajador (médico) que curra como el que más y al que le fastidia mucho que en pro de lajusticia social (o el rescate a los bancos) me quiten mi dinero para subvencionar a vagos y maleantes de cualquier tipo. (…) me sabe muy mal pagar tantos impuestos y a la vez tener tantos subsidiados, tantos pensionistas (y nodigo de los ancianos), tanta gente de baja, tanto parado cobrando en negro... y como no, tantos y tantos políticos, asesores y demás parásitos.”
He hallado un artículo, un tanto exagerado, que habla de un país que su autor considera "fullero, de unos siete millones de parásitos", entre los que incluye enchufados y beneficiarios de prebendas y sinecuras, que ha ido de modo galopante hacia su ruina: Trabajadores, no trabajadores y vagos.
Y otro que, con muchos comentarios a pie de página, trata de contrarrestar opiniones opuestas a una política empresarial que consideran explotadora y que el autor estima más bien modélica: Por qué no encajan los vagos en Mercadona.00000000
Y otro que, con muchos comentarios a pie de página, trata de contrarrestar opiniones opuestas a una política empresarial que consideran explotadora y que el autor estima más bien modélica: Por qué no encajan los vagos en Mercadona.00000000
La vagancia esporádica es perdonable, pero la permanente...
Canción del vago
Mas que de vagos, amigo Jose Manuel , quizas podriamos hablar de parasitos: por cada uno que trabaja y asume responsabilidades hay mas de 5 que viven de el, y a ser posible descargando todo lo que se pueda sobre el que trabaja de verdad.
ResponderEliminarEl mejor espejo lo tenemos en nuestros centros: mientras que para los médicos de ap. suelen ser centros de esclavitud, para otros son centros de ocio y relax o como decia alguien, como "centros MarinaDoor"
Ciertamente, amigo Juan, la carga de trabajo -y de responsabilidad- no es proporcional a los beneficios reportados. Y en nuestro caso, ya no hablo de reconocimiento, en un medio cada vez más impersonal e idiotizador. Triste y doloroso, realmente frustrante.
EliminarLa pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.
ResponderEliminarTodas las sociedades tienen su cuota de perezosos sumidos en su pobreza que, a mi juicio, no son extremadamente perjudiciales ni por su número ni por los daños que pueden causar a la sociedad.
Los vagos peligrosos suelen tener buenos puestos de trabajo donde intrigan, mangonean y viven a costa de los demás. Ser vago, es un "arte" que requiere un mínimo esfuerzo y mucha astucia. Lamentablemente, este país, está lleno de esos "artistas".
Un abrazo.
Buena frase inicial, Antonio. Y no hay duda de que lo que más lastra nuestra sociedad es el mangoneo institucionalizado. Pero conozco también a descarados "expertos" en el chupeteo de subsidios. Hay demasiados artistas del trapecio... digo del desprecio, que procuran vivir del sudor del de enfrente.
EliminarDiligentes saludos.