Las obras que se hacen declaran la voluntad que tiene el que las hace.
(Miguel de Cervantes. Don Quijote)
Debiéramos hacer las cosas en conciencia, y no por costumbre. Cuando escucho decir que se hace algo de una determinada manera, porque siempre se ha hecho así, me hace reiterar la idea de lo poco que se piensa por uno mismo. Más bien imitamos y nos acostumbramos, en vez de obrar según nuestro criterio. Nos movemos a piñón fijo o permanecemos en el inmovilismo; en la Sanidad hispana es evidente. Nos hicieron creer que sólo había una forma de hacer las cosas y ahí permanecemos, sin avanzar, enquistados en lo que se creyó que era lo mejor y se ha demostrado ineficaz e ineficiente.
Debiéramos hacer las cosas a conciencia, y no con desgana. Creo que conviene pensar con mente abierta, plantear soluciones, establecer estrategias, ponerlas en marcha, detectar errores, corregirlos e implantar nuevos métodos. En eso consiste la auténtica calidad, tan necesaria en el ámbito de la salud; dicho crudamente, en cambiar o morir. Siempre he considerado que si las cosas no se pueden hacer bien es preferible no hacerlas. Sin olvidar que es mejor llevar a la práctica lo que ya sabemos que es correcto, y hacerlo con método, que aplicar nuevas técnicas de las que no hay seguridad o no dominamos.
En definitiva, hagamos las cosas ¡a conciencia y en conciencia!
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