El médico, en el ejercicio de sus funciones profesionales, no está exento de cometer errores; aunque aplique su arte con la mayor pericia y su ciencia con la mayor prudencia. En caso de actuación responsable, se le podría reclamar o demandar, pero en justicia no se le debiera sancionar o castigar. Por el contrario, sería comprensible que se le juzgase en caso de incumplimiento (denegación de socorro) o de cumplimiento negligente, siempre en base a las exigencias que determina la denominada lex artis ad hoc (literalmente, “ley del arte para esto”), uno de los conceptos esenciales para el Derecho Sanitario.
Veamos la definición de lex artis ad hoc propuesta por Luis Martínez Calcerrada, que parece haber tenido trascendencia:
“El criterio valorativo de la corrección del concreto acto médico ejecutado por el profesional de la medicina que tiene en cuenta las especiales características de su autor, de la profesión, de la complejidad y trascendencia vital del acto, y en su caso, de la influencia de otros factores endógenos –estado e intervención del enfermo, de sus familiares o de la misma organización sanitaria–, para calificar dicho acto de conforme o no con la técnica normal requerida.”
Es decir, se ha de valorar la actuación profesional en un determinado acto, en función de las características profesionales y de las circunstancias. Es por ello que la decisión de los jueces deberá basarse en las complejidades que encierra el concepto.
En definitiva, actuar conforme a la lex artis significa hacerlo de modo correcto, conforme a las prácticas médicas aceptadas como adecuadas para tratar a los enfermos en el momento presente –según los actuales conocimientos científicos–, un concepto por definición cambiante con el progreso técnico de la Medicina. Lo contrario sería la malpraxis, o sea no cumplir adecuadamente, no atenerse a la lex artis. La malpraxis puede llevar a un error médico. Pero éste no siempre se produce por una mala práctica, por lo que cuando sucede a pesar de una actuación correcta se habla de “error inevitable”.
La medicina es una actividad apasionante pero también de riesgo. Por mucho celo que se ponga en el ejercicio médico, es imposible no incurrir en errores. Y estos duelen, por muchas satisfacciones que los compensen.
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Enlaces de interés:
"La medicina es una actividad apasionante pero también de riesgo." Es verdad, amigo José Manuel. Y, también, la profesión más bonita que existe.
ResponderEliminarLa pena es que, últimamente, el "rol" social del médico ha cambiado tanto... Antes, si un paciente fallecía, se decía: -El doctor hizo todo lo que pudo... Pero fue lo que Dios quiso. Ahora, aunque se actúe siguiendo la "lex artis ad hoc", enseguida te ponen una demanda. Y eso afecta a cualquiera. No voy a citar el caso de un famoso artista fallecido no hace mucho. Pero sí, el de un enfermero (profesión hermana) de empresa, amigo mío, que trabaja en un centro comercial. Por circunstancias, tuvo que atender a un cliente, que sufrió una caída. Él se dio cuenta enseguida de que sufría una fractura en el tobillo, y actuó en todo momento siguiendo la "lex artis". Pero, en vez de darle las gracias, para intentar sacarle dinero al centro comercial, a él le pusieron una denuncia, acusándole de haber causado la fractura al inmovilizarla!!!. Te puedes imaginar como se sintió ese compañero. En el juicio se demostró su indudable competencia profesional; pero nadie le ha resarcido del daño moral sufrido.
En fin, son los tiempos que nos ha tocado vivir.
Gracias por plantear también estos temas, entre tus magníficas entradas musicales.
Un abrazo, José Manuel.
Tenemos una profesión que vocacionalmente amamos pero que profesionalmente soportamos en un tiempo de desconcierto. Creo que manifestar nuestro sentir agridulce es bueno para reafirmarnos como galenos y como ejercicio de liberación.
ResponderEliminarGracias otra vez, amigo Francisco, por tu estimulante presencia.
Qué buena afirmación has hecho amigo José Manuel, la vocación se ama y la profesión se soporta. Los tiempos modernos son duros con el médico, pero la vocación es algo maravilloso que nunca se pierde. Incluso si algún día yo dejo de practicar la medicina siempre tendré la vocación de aliviar el sufrimiento de alguien ya sea con fármacos o sin ellos. Un fuerte abrazo desde Perú.
ResponderEliminarEsta aparente dualidad de amor-odio, amigo Tony, ha de quedar esclarecida: que un profesional no se encuentre a gusto en el desempeño de sus funciones se debe muchas veces a factores ajenos; aun amando su profesión puede aborrecer su actividad.
ResponderEliminarSaludos cordiales desde el noroeste de Hispania.