¿Bruckner? Un compositor al lado del cual los demás parecen asmáticos.
Hugo Wolf
Pero la cuestión es elegir una sola, y en este momento mi elección no tiene duda: la Octava sinfonía (1887), aun por encima de la Novena y de la Séptima. Y con dolor al dejar la bellísima Sexta. Una inmensa obra que ha sido señalada como la cumbre sinfónica después de Beethoven. Sin entrar en valoraciones categóricas, es la que más llena mi espíritu a día de hoy. Y traigo para la ocasión un registro del afamado director bruckneriano Günter Wand con la NDR Sinfonieorchester (Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte de Alemania). En particular el tercer movimiento, un maravilloso adagio (Feierlich langsam, doch nicht schleppend) que se eleva por encima de lo terreno. [v. Composiciones de Bruckner]
Advertencia.- En el vídeo hay un largo silencio inicial (50 segundos) y una tos molesta. Así que si quieren evitar este incordio, comiencen en 0:51. Dice un comentarista refiriéndose al segundo tema (6:05): "¿Puede haber algo más bello?" Y otro señala el minuto 24:01, hacia el final, donde las hermosas sonoridades se alzan ya a lo sublime. ¡Disfruten de esta extraordinaria música!
Los 4 movimientos de este concierto y sus enlaces:
I. Allegro moderato: http://bit.ly/TgYqtW
II. Scherzo: http://bit.ly/1sCQX8R
IV. Finale: http://bit.ly/1HdSuE3
Una curiosidad: I movimiento, 6:35: ¿Arrivederci Roma?
Y por último la recomendación de otra gran interpretación:
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Nota musicológica final: en general merece la pena el conjunto de sinfonías de Bruckner, siendo las más "populares" la Cuarta, Séptima y Novena. Pero también son dignas de atención la poderosa Quinta y la sosegada Sexta.
Patobiografía bruckneriana.- Ya hemos hecho un apunte en el apartado «Grandes compositores y desequilibrio emocional». En 1867, a los cuarenta y tres años sufrió una crisis nerviosa, posiblemente una profunda depresión, recluyéndose durante tres meses en una clínica de Bad Kreuzen, sin que se pueda asegurar la verdadera causa de su abatimiento psíquico. Un año después volvió a sufrir otro paroxismo nervioso y regresó al mismo establecimiento de reposo. Anton Bruckner murió de una pulmonía a los setenta y dos años.
Bruckner era un ser retraído, torpe, infantilmente ingenuo, cuya ingenuidad y sencillez casi primitivas se mezclaban con una generosa porción de astucia rústica. Bruno Walter
Querido Jose Manuel. Bellísima entrada. ciertamente una obra para llenar una vida.
ResponderEliminarSin duda, amigo Julio, esta música llena como pocas. Y tú eres "responsable" en buena parte de mi inclinación bruckneriana.
EliminarUn abrazo.