Cuando en otra entrada hablamos de las decisiones en atención primaria, afectadas por determinados condicionantes (del terapeuta, del paciente y del medio) y muchas veces lastradas por la incertidumbre, la ilustramos con un esquema que resumía la toma de decisiones clínicas en tres pasos.
La
decisión de tomar una actitud terapéutica (3.a) ha de entenderse como un
prescripción médica. Y ésta puede ser farmacológica o no farmacológica.
Si bien
el concepto de prescripción suele ceñirse a la indicación de medicamentos (farmacológica),
también se habla de prescripción de dieta y ejercicio.
Pues
bien, entre las decisiones terapéuticas
no farmacológicas estaría la prescripción de dieta y ejercicio, como parte
de lo que se conoce como hábitos saludables, que incluyen la atoxicidad (evitación
de hábitos tóxicos: tabaco, drogas), pero también el reposo (absoluto o
relativo, a veces como “evitación de esfuerzos”), cuando conviene, la terapia física (fisioterapia) y la terapia psíquica
(psicoterapia).
Con la
psicoterapia combatimos el estrés y procuramos la relajación, un estado anímico adecuado que nos
conduzca hacia la tranquilidad y, si es posible, a un bienestar espiritual en
el que se imponga la alegría. La risoterapia y la musicoterapia
forman parte de las técnicas psicoterapéuticas que contribuyen al bienestar personal
proporcionando alegría.
La alegría, según parece deducirse de algunos estudios, refuerza el sistema inmunitario y estimula la liberación de neurotransmisores (endorfinas, oxitocina) que alivian el dolor y proporcionan placer.
La alegría, según parece deducirse de algunos estudios, refuerza el sistema inmunitario y estimula la liberación de neurotransmisores (endorfinas, oxitocina) que alivian el dolor y proporcionan placer.
El
contundente aforismo de Jonathan Swift, el autor de Los viajes de Gulliver, sin ser una norma definitiva, nos sirve de
guía. Viene a ser una variante de las recomendaciones de la Escuela Médica Salernitana: mens hilaris, requies, moderata diaeta (mente alegre, descanso, dieta moderada). Hemos de reconocer las bondades de una alimentación sana, del reposo
cuando una enfermedad determinada lo requiere y de la alegría en cualquier circunstancia,
por ser un sentimiento relajante y benefactor como hemos dicho. Y a partir de esta
sentencia breve, podemos concluir con una cadena saludable de recomendaciones:
DIETA + EJERCICIO (ACTIVIDAD)/REPOSO + ATOXICIDAD
+ RELAX
En definitiva, no siempre hay que prescribir fármacos, pero ha de imponerse la prudencia en cualquier caso. Si cuando se indican medicamentos hemos de valorar pros y contras, pautarlos correctamente (dosis, posología, duración del tratamiento) y advertir de sus posibles efectos adversos (algo que a menudo se olvida), la prescripción de medidas no farmacológicas tampoco ha de hacerse a la ligera, sino con el conocimiento preciso. No obstante, la recomendación de estilos de vida saludables siempre estará indicada genéricamente como prevención.
Fuente |
Pero, ¡ay!, tampoco hay que olvidarse del amor, la mejor medicina...
All You Need Is Love - Beatles
Perfecto enfoque, al que yo añadiría el consejo de apoyar nuestra actitud terapéutica en una monitorización de la suma de los resultados de nuestros consejos a los de la enfermedad. Conociendo cómo responde evitamos la incertidumbre que nos queda y podemos corregir los desmanes de uno u otro factor de riesgo.
ResponderEliminarSí, José Ignacio, y eso me hace pensar en aquello de que educar y aprender no siempre se correlacionan. Pues podemos ejercer de educadores sin que nuestros educandos consigan aprender. O podemos dar consejos sin que lleguen a ser recibidos adecuadamente. La calidad del mensaje es lo importante, desde luego, pero por otra parte ¡qué difícil es educar en nuestro medio para conseguir el ansiado resultado!
EliminarUn saludo y gracias por su aportación.