miércoles, 21 de abril de 2021

Descontento hospitalario


El descontento es la primera necesidad de progreso.
Thomas A. Edison 

En reacción a testimonios de abandono del primer nivel asistencial, un médico de hospital (geriatra o internista), manifestaba que también en el segundo nivel les ponían cada vez más difíciles las condiciones de trabajo y las opciones de ser útiles. Tanto desde la demanda (“Nos piden lo imposible en edades muy avanzadas con enfermedades crónicas muy evolucionadas y sin solución”), como desde la oferta (“escaso apoyo domiciliario que implica ambulancia y hospitalización evitable o residencia geriátrica por dificultad de cuidados”). Y su reflexión iba más allá, considerando que hace unas décadas era impensable que un octogenario grave ingresara en cuidados intensivos, o que tantos nonagenarios y centenarios falleciesen en los hospitales con sondas, tubos, vías venosas y escaso acompañamiento (sic). Ahora se sentía desbordado por la cronicidad, la pluripatología y la polimedicación, con sus interacciones y efectos adversos. Sus informes de alta hospitalaria le empezaban a ocupar hasta 5 folios por las dos caras, y revisar los antecedentes de un ingreso hospitalario nuevo le podía llevar 4 horas. Añadía que la presión para realizar pruebas y tratamientos fútiles era enorme, y que se prolongaba en exceso la mala calidad de vida. Ahí lo dejamos.

Podríamos entrar en consideraciones profesionales, laborales, vocacionales, éticas… También cabría apelar al sentido de humanidad en su significación más compasiva. Pero este lamento que emana del ámbito hospitalario nos hace reflexionar sobre la negación de nuestra temporalidad y las excesivas expectativas depositadas la medicina. Somos mortales y sólo cabe hacer lo humanamente posible.

Pero vayamos del descontento a la alegría...

Joy Spring – Clifford Brown & Max Roach
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Apunte final: Médicos quemados también en hospital 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido el burn-out en la clasificación internacional de enfermedades profesionales. Se trata de un síndrome que puede afectar a trabajadores de todos los sectores profesionales, pero tiene una mayor incidencia en aquellas actividades vinculadas con la atención y el cuidado de seres humanos. 
El artículo publicado recientemente en la revista de bioética Eidon incide en que las especialidades médicas en las que existe un mayor riesgo de padecer el síndrome del desgaste profesional son aquellas en las que la presión asistencial es mayor y diferencia entre la "sobrecarga cuantitativa", en la que incluye a los trabajadores de Atención Primaria, y la "sobrecarga cualitativa", en la que encuadra a los facultativos que tratan a pacientes "complejos, graves y de mal pronóstico" (Unidades de Cuidados Intensivos, Oncología y Geriatría) o con dificultades de comunicación y trato (Salud Mental).

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