lunes, 27 de diciembre de 2021

Inteligente reflexión en la «locura coronavírica»


No puede ser que tengamos la sanidad pública, especialmente los centros de salud, anulados por un catarro clínicamente intrascendente en la inmensísima mayor parte de casos, sin poder atender debidamente a los enfermos de verdad.
Juan Simó

Lean este interesante artículo de Juan Simó: «¡Hay que parar esto! Dejar de hacer para poder hacer». Del mismo, extraemos las siguientes claves:

…esto hay que pararlo. Hay que pararlo porque el tratamiento empieza a ser peor que la propia enfermedad y nos estamos metiendo en un callejón sin salida.

No han servido para controlar la transmisión comunitaria del virus:
los pasaportes covid.
la vacunación masiva.
los equipos de rastreo, desbordados.

El SARS-CoV-2 se está endemizando.

La capacidad de detección ha aumentado (se hacen más test diagnósticos).
Estamos haciendo emerger una ola de asintomáticos. ¿Sirve para algo?

Hay que dejar de hacer cribados masivos en asintomáticos en cualquier situación.
Hay que dejar de cuarentenar a contactos asintomáticos estén o no vacunados.
Hay que dejar de rastrear.
Hay que dejar de hacer pruebas a todo el mundo que tenga síntomas compatibles mientras sean leves (la inmensa mayoría de los casos actuales).
Tenemos que volver a la normalidad del sistema sanitario para que los enfermos no covid recuperen la atención que les está dificultando o retrasando esta situación.
Tenemos que reforzar nuestra sanidad pública. 
Tenemos que disponer de planes de contingencia.*
Tenemos que tratar a SARS-CoV-2 como a cualquier otro virus respiratorio.
Tenemos que aprender que, para ser eficientes, no podemos tener al sistema sanitario siempre bajo mínimos, con el agua al cuello, especialmente a nuestra atención primaria. Eso no es eficiencia, eso es desprecio cuando no barbarie.

*El sistema sanitario no estaba preparado para afrontar una pandemia.

El mandarín maravilloso: Inicio..., Béla Bártok
***
COMUNICADO EN TIEMPO PANDÉMICO

Además de decisiones cambiantes o cuestionables (mascarilla en exteriores, confinamiento variable, autotest masivos...), plantillas en cuadro y absoluta desorganización, total confusión; sí, igual que el tráfico caótico. Hay que ordenar esta anarcopandemia, hay que parar esta «locura coronavírica»...

[Por cierto, test de antígenos más caros en España que en Portugal o Alemania, donde se venden en supermercados; lobby farmacéutico demuestra su fortaleza.]

Información COVID en centro de salud de Madrid,
con el fin de orientar a los ciudadanos y ordenar la asistencia.

REFLEXIÓN CONSECUENTE
Queriendo sintetizar la gestión coronavírica, bebiendo de diferentes fuentes y de otra opinión clarificadora, podemos dar la crónica de un continuo despropósito:
  1. La negación de la pandemia, acompañada del permiso de manifestaciones multitudinarias, en especial la del 8M.  
  2. La improvisación de medidas cuando la epidemia ya estaba encima.
  3. La descoordinación territorial: no entendimiento entre Ministerio de Sanidad y CCAA (incompetencia y chapuza), falta de liderazgo.
  4. La contradicción de los gestores: mascarillas no, mascarillas sí; incongruencia respecto a desplazamientos.
  5. La falta de recursos materiales: mascarillas, equipos de protección individual (EPI), respiradores, etc.
  6. La desprotección de sanitarios: no dotación de medios de protección adecuados (incluso racaneo de mascarillas FPP), material defectuoso.
  7. La chapuza sanitaria: mala política de compras, caótica recogida de datos...
  8. La gravedad: mortalidad de población excesiva, sanitarios contagiados superior a países del entorno (por falta de protección adecuada)
  9. La consecuencia económica: perjuicio económico de ciudadanos y de empresas, mayor caída de PIB.
  10. La inmoralidad: ocultación de datos reales de mortalidad, mentiras sobre evolución, comité de expertos que nunca existió, picaresca... (*)
(*) Priorización de decisiones políticas sobre sanitarias, negativa a realizar auditoría al Gobierno y fraude en compras (v. abajo), forman parte de la inmoralidad.


Fraude. Acción contraria a la rectitud. Estafa.
Corrupción. Transgresión de compromisos adquiridos. Deshonestidad.

Anexo: Fraude y corrupción en tiempo de pandemia
El fraude y la corrupción (crematística) en tiempo de pandemia, como sucede en tiempo de guerra, no es un tema menor. Y si se le pone el término ‘político/a’ aún es más grave, porque genera desconfianza y animadversión hacia los gobernantes.

En 2020, el auge de la actividad en línea derivado del coronavirus supuso una oportunidad más para la delincuencia y el fraude.
La corrupción —el abuso de la función pública para beneficio propio— es algo más que un desperdicio de dinero: erosiona el contrato social y corroe la capacidad del gobierno de contribuir a que la economía crezca en forma tal que todos los ciudadanos se beneficien.

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