Poder elegir lo que se quiere es una bendición;
no poder hacerlo y tener que optar por lo que queda, una desgracia.
La número uno del examen MIR (prueba para la formación como MIR: Médico Interno Residente) de este año 2023 dice: «He elegido Dermatología para ser feliz y no quemarme». No es de extrañar su decisión, por supuesto meditada, ante los inconvenientes de otras especialidades médicas; y no sorprende, puesto que en los últimos tiempos –con grandes cambios laborales en el ámbito sanitario público– la de la piel es una de las especialidades más demandadas. Todo está a la vista, en la superficie, al alcance: no hay que hacer investigaciones internas; no hay que lidiar con diagnósticos complejos; no es preciso perder muchas horas de sueño en guardias extenuantes. En el lado opuesto, la especialidad de Medicina de Familia, la cenicienta, maltratada y agobiada, con sus complejidades e incertidumbres, apasionante por ello y al mismo tiempo quemante; la de los médicos «todólogos», esos que están para todo lo que se tercie, incluso para lo que nada tiene que ver con la medicina, que sirven para un roto y para un descosido, que a menudo deben asumir la carga de trabajo ajena. Sí, es lógica la opción de Dermatología; el cerebro en frío elige con sabiduría. Tener que centrarse en la persona en su integridad, o, mejor, en un sinfín de personas con múltiples problemas cada una de ellas, es desalentador; sólo de pensarlo, ya la mente se agota.
Elección de plazas MIR - Gráfica de especialidades por número de orden
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Elección de medicina de familia
Cuestión particular es la elección de medicina de familia [II], especialidad que recibe todo lo que nadie quiere y conduce a los galenos al desgaste profesional. Pero esto también hay que matizarlo. No es lo mismo ejercer en una gran ciudad, con consultas masificadas y agobio, que en un pueblo pequeño, de médico rural, con gente cercana y disponibilidad de tiempo. Desde luego, las posibilidades de trabajo son mayores en las urbes; son pocos los afortunados que pueden desarrollar la profesión médica en villas alejadas del ruido y de la prisa, no sometidos a presión asistencial, favorecidos para sentirse en verdad médicos de cabecera. Por eso no es de extrañar el déficit de profesionales, no sólo por el esfuerzo y el sacrificio que precisa la carrera de medicina, sino también por el actual trabajo insatisfactorio, en especial de los médicos de familia en las ciudades. Los potenciales médicos de familia del futuro, que asisten a las quejas de quienes ejercen, frenan sus intenciones; los innegables atractivos de la especialidad médica más humanística se diluyen en los inconvenientes, y ello nos podría llevar a una ‘crisis vocacional’.
Algoritmos de elección de especialidad médica
[en serio y en broma]
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