El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.
Aristóteles
Remedando al doctor Juan F. Jiménez Borreguero, y basándome en concreto en su artículo «Médicos sabios y médicos sabiondos» (hombres o mujeres), he tratado de sintetizar algunas de las características que definen a unos y otros, con algunas licencias respecto al original. Tómese en serio o como divertimento.
Los médicos sabios, aun sabiendo mucho, tienen pocas certezas y muchas dudas. Saben que la Medicina es ciencia inexacta y, en su modestia, reconocen las limitaciones de su saber humano, al modo de Sócrates («sólo sé que no se nada), reflexionando y analizando con espíritu crítico. Siendo su conocimiento y rendimiento profesional elevados, su humildad se refleja incluso en la apariencia, sencilla, sin alardes. Hablan con naturalidad y llanamente para que todos los puedan entender. Luchan contra la adversidades laborales, no aspiran a reconocimientos especiales y acaban dejando huella.
Los médicos sabiondos, sabiendo menos de lo que piensan, tienen muchas certezas y pocas dudas. Creen que la Medicina es ciencia exacta y, en su engreimiento, tienden a la pedantería («un pedante es un estúpido adulterado por el estudio», dijo Unamuno), fruto a menudo de lecturas de protocolos que asumen ciegamente. Son incapaces de controlar su soberbia y pueden llegar al endiosamiento, alardeando hasta con sus poses. Su lenguaje es rebuscado y con frecuencia usan términos en inglés. Navegan a favor del viento, aprovechan puestos ventajosos o cargos que les reporten poder y al final se pierden en el olvido.
Seamos humildemente sabios...
Wise One, John Coltrane
Gracias querido amigo Jose, por la referencia de tu articulo, creo que la sabia reflexion de Aristoteles que expones, lo podria resumir todo . Un abrazo
ResponderEliminarEn efecto, amigo Juan, el aforismo de Aristóteles es un buen resumen. Y tus artículos son una buena fuente de inspiración.
EliminarUn abrazo
Especialmente interesante el tema que planteas amigo José,
ResponderEliminarLa verdad es que resulta chocante y escandaloso constatar como cada vez se utilizan dosis más elevadas de medicamentos sintomáticos, hasta llegar a hacerlos potencialmente nefrotóxicos o hepatoxicos (por ejemplo paracetamol 1gr, habiendo ancianos que toman 3 al día)
Mientras que los medicamentos de enfoque etiológico, cada vez se utilizan a dosis menores (p.e. la amoxicilina 500 mg., ahora se propone en algunos protocolos 1/12H)
Tal vez la respuesta estaria en lo que sugiere de Joan Ramon Laporte en su libro “Crónica de una sociedad intoxicada”.
Un humanístico abrazo