Comencé a escribir para vivir y ahora escribo para no morir.
CARLOS FUENTES
Escribimos libros porque tenemos miedo.
FÉLIX GRANDE
Encarnados impulsos me fuerzan, como a otros, a dejar en el papel o en la memoria cibernética las ideas que la mente moldea con mayor o menor dificultad. Son muchas veces vaguedades o resuellos de impotencia por el desconocimiento; es sabido que lo que no se sabe expresar no se conoce. En contadas ocasiones alcanzan el acierto, acaso de chiripa. La rabia inicial puede endulzarse y la suavidad encabritarse, según el decurso neuronal. Escribir es necesario para atrapar la inquebrantable fugacidad. Aunque sea empresa vana, porque ya todo está escrito.
¿Por qué escribir? En Literature, Arts & Medicine Magazine, revista ligada a NYU School of Medicine medical humanities web site, se muestran siete razones por las que los médicos escriben: 1. Terapia, 2. Exploración, 3. Compartir, 4. Diversión, 5. Honor, 6. Expiación y 7. Notoriedad. Siete, un número mágico. Siete razones por las que puede escribir cualquiera, sea médico o no.
1. liberación (catarsis del poeta). [Relacionada con 6.]
2. búsqueda, indagación, investigación...
3. compartir conocimientos y experiencias.
4. entretenimiento, gozo, placer...
5. honra, estima, respetabilidad, dignidad... inmortalidad. [Relacionada con 7.]
6. penitencia, purgación, reparación...
7. fama, celebridad, prestigio, éxito...[Vinculada con el dinero.]
Repasando mis notas, hallé otra recopilación de motivos de escritura, coincidentes en parte: por un incontrolable impulso interior (necesidad espiritual); para consolarse; para embellecer el mundo; para transgredir un mundo absurdo; para crear utopías, porque la realidad resulta insoportable; para plasmar la pena desde la noche oscura del alma; para vivir muchas vidas; para salvar la insignificancia de lo vivido; para llegar a mucha gente (ser escuchados); para huir de la soledad; para acercarse a la divinidad; por un compromiso social; para emocionar...; para vivir.
Reconocido el impulso interior, mi espíritu ansía la liberación (terapia), la búsqueda (exploración), la comunicación (compartir) y el entretenimiento (diversión); supongo que también la elevación y el abrigo de otras almas. En algún poema he hecho penitencia (expiación), pero no me inquieta la fama (notoriedad) ni pretendo la inmortalidad (honor). Es fascinante el juego de las palabras.
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Además de ensayos médicos y melódicos, he escrito alrededor de una veintena de cuentos, más de dos centenares de poemas, una novela de aventuras marinas (El tercer oficial), en la que la infancia del héroe se hace protagonista de sus "singladuras ardientes", y una extensa novela-ensayo sobre el tiempo, la vejez y la muerte (El último nocturno o El viejo Saladino), en la que el protagonista se enfrenta a su noche decisiva; el amor empapa ambas narraciones largas, la naturaleza se cuela, la medicina despunta y la música se adentra. En los escritos de ficción, todavía inéditos, he pretendido que estuviese presente el humor cervantino.
El arte de escribir
El arte de escribir, por Georges-Louis LeclercPara escribir bien es necesario que la llama del corazón se una a la luz del ingenio.
Querido José-Manuel: no hay duda de que todo pasa por aquella necesidad interior que mencionaba Kandinsky. Sin ella, el resto queda pálido,sin vida.
ResponderEliminarAbrazos,
Diego
¡Excelente!, me engancho el tercer párrafo. Recién descubro su Blog, buscando información sobre Medicina en el Antiguo Egipto. También soy medico y me gusta escribir, no hace mucho lo he retomado.
ResponderEliminarSaludos desde Venezuela,
Henry Badilla