Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.
Robert Louis Stevenson
Sobre vivir o contar, dice un escritor que cuando uno vive no sucede nada, pero que al contar la vida todo cambia. Que siendo el hombre un narrador de historias, hay que elegir entre vivir o contar. Y que los acontecimientos se producen en un sentido pero se cuentan al inverso. Eso dice el narrador de historias, y bien se entiende que al contar se reviven –o se revisten a nuestro antojo– las escenas de la existencia, y que al hacerlo nuestra memoria recorre un camino retrospectivo.
Lo que no veo es la incompatibilidad de vivir o contar. Será consecuencia del moderno apresuramiento, del agobio destructor, de la supuesta falta de tiempo para hacer más de una cosa, de un absurdo mecanismo defensivo que nos previene de la extenuación. ¿Acaso Garcilaso, Cervantes, Stevenson o Hemingway no vivieron y contaron? Eran individuos de fuertes convicciones que se expresaron categóricamente mediante la palabra; otros lo hicieron de igual modo a través de la música, la pintura y demás modalidades artísticas, que son diferentes formas de contar. El milagro de nacer, la supervivencia, la naturaleza, los goces terrenales, el amor y la muerte fueron captadas por su inteligencia y por su corazón.
En el actual mar de desconcierto se hace más dificultoso aferrarse a un ideal sin titubear. La rutina se lleva los días, los años, los lustros, los esbozos de algunos sueños. Pasa la vida y pocos son los acontecimientos dignos de mención (monotonía de los días que no concuerda con el carpe diem). Pero cuando algo se cuenta, aun los episodios más vulgares se vuelven importantes; aunque sean escasos, concatenados parece que enriquecen –o engalanan– un pobre tránsito terrenal. Si contamos, pasa la vida; si vivimos, la vida pasa. Así que vivamos y, si tenemos aptitud y oportunidad, contemos… mientras el tiempo pasa.
As Time Goes By
Dooley Wilson, piano y voz (versión original de Casablanca)
Se acuerdan: “Play it again, Sam, play As time goes by!” ("¡Tócala de nuevo, Sam, toca Mientras el tiempo pasa!”)
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Un escritor exitoso de vida insulsa podría decir:
—Cambiaría mi vida por la de cualquiera de mis personajes que saben vivir.
ANEXO. Un fragmento literario a propósito de vivir
“Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No.”
Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Dos historias de casadas
Esto tiene que ver con la saudade, ese bello vocablo que tan bien Uds. conocen, amigo José Manuel. Al menos no queda la saudade... Un cordial abrazo.
ResponderEliminarSupongo que tienes razón, querido Lizardo; me ha salido por los poros esa dulce melancolía... Un saudoso abrazo.
ResponderEliminarErrata: NOS queda la saudade -como en la frase final de Casablanca-, nos queda la saudade y eso es ya bastante. Otro abrazo querido José Manuel.
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