Atendiendo a lo dicho en la presentación de los tics del pensamiento fugitivo, os presento aquí la quinta docena.
- De tanto prejuicio, tanta injusticia.
- Ni confiado en exceso ni suspicaz en demasía, que sufre el incauto y pena el receloso.
- Los fuertes de carácter, si no quieren hacer algo se niegan sin miramientos; los débiles buscan pretextos.
- ¿Por qué sustituir lo que aún es útil; por qué no subrogar lo que no sirve?
- El enamoramiento es sortilegio, y en verdad la única prisión de la que uno no quisiera liberarse.
- Muchas veces tenemos la sensación de hablarle a las piedras solamente, de inútil soliloquio; pocas reconocemos no escuchar con la atención debida.
- Percatado de su miseria, hallaréis transido al más fuerte de los hombres.
- Al forjarse la personalidad, desposeyéndose va de veleidades.
- Prefiero un vehemente irreflexivo que muestra arrepentimiento de su conducta, a un cínico frío que nunca pedirá perdón.
- Mejor callar y a la mente dar reposo que decir vaguedades que provoquen insomnio.
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