Jonathan
Evan/Getty Images,
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Tenía una paciente de unos cincuenta años diagnosticada de un glioblastoma, un tumor cerebral maligno de muy mal pronóstico, que estaba de baja laboral por tal motivo. Su marido había venido a buscar el parte de incapacidad temporal (IT) correspondiente, estando ella hospitalizada. La enviaron finalmente para casa, pero hubo de ser reingresada al poco tiempo por su empeoramiento clínico, falleciendo en el propio hospital. El marido volvió una semana después del fatal desenlace, comunicándome lo sucedido. Pero la razón principal de su visita era el parte de alta (por defunción) que le requerían.
Ya no es sólo que las bajas laborales no se generen donde
el paciente se encuentra –que sería lo lógico–, sino que ni con la muerte y su
certificación se aligeran los procesos burocráticos. La razón me dicta que el
área administrativa del hospital tendría que haber resuelto este trámite, simplificando
la gestión y evitando sinsabores a los familiares. Pero la cordura y la
conmiseración no campean por estos lares, lo cual muestra la absoluta insensibilidad del sistema en el que estamos insertos y que a los políticos-gestores siempre
les ha importado un bledo el paciente y sus allegados. Triste, muy triste.
Existiendo políticos, ¿para qué queremos a Kafka o a Berlanga?
ResponderEliminarPara nada, Pablo, para nada.
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