La medicina es un oficio ingrato. Cuando los ricos te honran, pareces un criado; con los pobres, un ladrón. Louis Ferdinand Céline.
Un texto del argentino Dr. Salomón Schächter titulado “SOLÍA SER MÉDICO”, del que he tenido
conocimiento tardíamente por el peruano Dr. Lizardo Cruzado, denuncia de manera clara y sintética una práctica médica
deficiente y propia de países subdesarrollados. Una mala práctica, favorecida
por sistemas de asistencia masificada, sin recursos suficientes para atender debidamente a los pacientes, que es contemplada desde allá por algunos como producto de la demagogia política, considerando que convierte a los médicos en meros “prestadores de
salud”, obligados a realizar su actividad de una manera apresurada. Frustrante para quienes entienden la Medicina como una ciencia humanística...
Solía ser médico. Ahora soy prestador de salud.
Solía practicar la medicina. Ahora trabajo en un sistema gerenciado de salud.
Solía tener pacientes. Ahora tengo una lista de clientes.
Solía diagnosticar. Ahora me aprueban una consulta por vez.
Solía efectuar tratamientos. Ahora espero autorización para proveer servicios.
Solía tener una práctica exitosa colmada de pacientes. Ahora estoy repleto de papeles.
Solía emplear mi tiempo para escuchar a mis pacientes. Ahora debo utilizarlo para justificarme ante los auditores.
Solía tener sentimientos. Ahora solo tengo funciones.
Solía ser médico. Ahora no sé lo que soy.
Los médicos de acá pueden identificarse con este escrito, que concreta en pocas líneas un inconveniente proceso de "mecanización asistencial" en el sistema público, que no debe ser defendido por el simple hecho de dar cobertura global a la ciudadanía. Porque, tomando médicas referencias, supone un lamentable retroceso que parece conducirnos a una degradación global de las actividades en el campo de la salud, condicionadas por burdos objetivos establecidos desde gerencialismos desnortados, que, empeñados en medir y burocratizarlo todo, eluden el factor humano. Por ello no es de extrañar que cualquier médico honesto y sensible, que se niegue a ser convertido en autómata y en sumiso prestador de salud, sienta perder su identidad. Y que sufra lo indecible, aunque lo disimule.
Por supuesto, también hay voces críticas al texto de Schächter, afianzadas en firmes principios, optimistas y confiadas en el porvenir. Son alzadas por quienes se siguen sintiendo médicos a pesar de todos los obstáculos. Y uno, desde una posición neutral, tratando de alejarse –no sin esfuerzo– de sanitarias visiones extremas, podría aferrarse risueñamente a la relatividad de las cosas.
Habrá que seguir empeñados en nuestra loable labor médica, a pesar de los pesares. Habrá que seguir cantando...
How can I keep from singing? (¿Cómo voy a dejar de cantar?) - Pete Seeger
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Reflexiones anexas
El ilusionado estudiante de medicina...
El aspirante a médico no piensa en las dificultades que le esperan cuando estudia la carrera, y tampoco lo preparan para hacerles frente durante la formación académica. Su mirada está puesta en un futuro en el que se vislumbra entregado a los pacientes, decidido a mejorar la vida de los enfermos. De ahí su decepción cuando tropieza con obstáculos inesperados que en ocasiones se hacen insalvables.
De profesional liberal a profesional instucional...
Yendo hacia atrás, hemos de reparar en que el médico pasó de desempeñar una profesión liberal, sin dependencia jerárquica, a otra de carácter funcionarial (institucionalizada), jerarquizada y sometida a criterios impuestos por terceros. Y los condicionantes de su situación actual son también motivo de su frustración.
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