Quien habla con argumentos no grita ni hace aspavientos. Refrán
La abundancia de información crea pobreza de atención. Anónimo
El exceso es el veneno de la razón. Quevedo
Desde hace años los presentadores del tiempo en televisión parecen actuar delante de los mapas, moviéndose de un lado a otro, extendiendo los brazos como directores de orquesta, haciendo múltiples y desconcertantes aspavientos. Tanto llegan a atraer sus cuerpos en acción (como si se tratase de la actuación de un showman o una showwoman) que la atención se pierde en lo que menos interesa: el transmisor de la información. De modo que se desatiende lo que realmente importa: el tiempo meteorológico. Al final resulta una información deformada. Se llega a echar de menos al hombre del tiempo estático frente a un mapa sencillo, dando explicaciones breves y precisas.
Puede pasar algo parecido con la intervención de un profesor o de un conferenciante, cuya comunicación no verbal sea tan potente que haga olvidar a quienes escuchan lo que realmente interesa: el mensaje que pretenden transmitir. Preferible entonces el orador poco expresivo corporalmente y decisivo en el modo certero de hablar. Yendo a los extremos: mejor un mapa que ocupe toda la pantalla y una voz en off haciendo su descripción ("Borrasca al oeste, anticiclón al este, lluvias en el norte, calor intenso en el sur..."), y deseable un disertador desprovisto de gesticulaciones que transmita únicamente con la palabra desnuda.
¿Y qué decir del exceso informativo de los medios? Pues que son tantas las noticias y tantas las repeticiones (en diversas formas o múltiples variantes), que acaban saturando los cerebros de los lectores, de los televidentes y de los escuchantes. Tanto es así que no acaba uno de procesar la avalancha de datos, corriendo el riesgo de perderse en una mar de confusión y, a lo peor, de quedarse con lo que es falso o menos verdadero. Es preciso seleccionar entre la multitud de imágenes y noticias, evitar el atragantamiento informativo, tratar de acertar a quedarse con un mínimo suficiente. En definitiva, conviene evitar el exceso de información.
¿Y cuánto exceso de información sanitaria reciben hoy en día los médicos de familia? En su especialización en personas, centrados en la atención integral (biopsicosocial), no dejan de ser médicos generales, galenos obligados a saber lo esencial de cada parcela del saber médico. Y sin embargo, cada vez más se les incita a ampliar su círculo de conocimientos, en una progresión que pareciera tener como meta el asimilar todo el conocimiento médico, con todas las habilidades que comporta la aplicación de ese conocimiento. Pero los extremos son inconvenientes y lo único que provocan es el efecto contrario al deseado: el agotamiento por exceso y la frustración ante la imposibilidad de abarcar todo el saber médico.
De modo que es preferible abrazar la sencillez y la naturalidad en la transmisión de la información, de la índole que sea, evitando su deformación. Y aconsejable seleccionar la información (tanto en las lecturas como en la recepción pasiva), eludiendo todo exceso, en el caso de los médicos generales/de familia estableciendo límites que acoten la formación, con el fin de preservar su esencia (saber lo fundamental de cada parcela médica) e impedir el agotamiento destructor. Bueno, al menos es lo que me parece a mí. No sé a ustedes...
La abundancia de información crea pobreza de atención
Too Much - Nat King Cole
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