Mis padres fueron lobos, El Mowgli andaluz.
La historia de Marcos Rodríguez Pantoja, que de niño
vivió doce años entre lobos en la sierra de Córdoba (después de morir el
cabrero a quien se lo habían vendido), nos hace retomar una vieja reflexión sociológica. Ya se hizo una tesis doctoral sobre el infante selvático de Sierra Morena. En
ella se recoge una confesión del protagonista que incita a reflexionar: “He visto
que a una loba hay que matarla para quitarle un cachorro y a mí mi padre me vendió por unas monedas”. Y su vida en el monte fue posteriormente llevada
al cine, con el título Entrelobos, película en la que la naturaleza
es protagonista (algo poco frecuente en el cine hispano) y de cuyo resultado
hay opiniones encontradas. Pero, a propósito de un comentario, no hay duda de que es una muestra interesante de las teorías del "Buen salvaje”.
El mito del buen salvaje se
originó con el descubrimiento del Nuevo Mundo y sus “indios salvajes” (Cristóbal
Colón decía haber llegado al paraíso terrenal, atribuyendo todo tipo de
bondades ingenuas a los indígenas). Después se extendió –y me atengo a la
entrada de Wikipedia– a través de las utopías del siglo XVI (Erasmo de
Rotterdam: Elogio de la locura; Tomás
Moro: Utopía) y obras del siglo XVII,
como El Criticón de Baltasar Gracián,
que llevan a la discusión del ser humano como malo por naturaleza o bueno por
naturaleza, como pretendió la Ilustración, en el siglo XIII, sobre todo
Jean-Jacques Rousseau (Discurso sobre el
origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres), que ve en
las descripciones que de los indígenas de las islas del Pacífico hacían algunos viajeros,
como el navegante y explorador James Cook, ejemplos de buenos salvajes.
Respecto a Rousseau y el buen salvaje, el polímata describe en el referido discurso que el hombre natural
es un ser individual, no social, particularmente bien adaptado. Rousseau cree
que el hombre al volverse social se vuelve débil, temeroso y rastrero. Y una
cuestión que nos toca de cerca: Rousseau aboga por la medicina, aunque
en el Emilio ataca a los médicos, opinando
que es la naturaleza la que cura, no los hombres. Afirma que el estado
de naturaleza es de equilibrio, que nada lleva necesariamente al hombre al
estado civilizado.
Creo que el ejemplo del niño salvaje
puede llevarnos a una conclusión o a su contraria: la suficiencia individual en
la naturaleza (como lobo solitario) o la necesidad de cooperación con otros
individuos, como en la manada de lobos (manteniendo una estricta jerarquía). El
protagonista parece añorar su periodo salvaje como el más feliz de su vida.
Pero ¿podemos concluir que todo hombre apartado de la civilización tendría una
existencia más feliz?
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