El pensamiento (viola tricolor) es una flor que siempre me ha fascinado. Desde que era niño. Creo que ya lo he escrito, aunque no sé dónde. Pues ahora he encontrado un sitio ("Pensamientos: flores de colores para el invierno") donde se refieren algunas curiosidades sobre esta vistosa y variada flor de mis amores.
Ahí se recuerda un detalle en el que había reparado por acabar de releer la comedia del mayor dramaturgo que haya vivido:
El pensamiento está presente en la literatura clásica y Shakespeare, en su obra El Sueño de una noche de verano, nos cuenta: “Oberón encarga a Puck que vaya en busca de la flor llamada Pensamiento, cuyo jugo exprimido sobre los párpados de un durmiente provoca que éste se enamore del primer ser vivo que vea al despertar”.¡Vaya! Una mágica y amorosa flor... La flor de ese Sueño y, desde hace un tiempo en este espacio, la flor de mis pensamientos.
Y al parecer esta flor de invierno era favorita de Rosalía de Castro, quien en su lecho de muerte pidió que le llevaran un ramo de pensamientos antes de morir. Así que con Rosalía en el pensamiento, compruebo que nació en la estación invernal (yo también, poco antes de la primavera), y me parece oportuno traer un poema en el que vierte todo el amor a su tierra, reforzado por la incomprensión ajena: «¡Calade!» (¡Callad!), de Follas novas. Un impresionante poema en el que Rosalía hace una defensa emocionante de su tierra y les pide prudencia a quienes viviendo en lugares más soleados no la entienden y hablan mal de ella: les dice que se callen, como callan los gallegos no entendiendo la de ellos. Un maravilloso poema al que, hace casi veinte años, este aficionado le puso música.
¡CALADE!
[de Follas novas]
Hai nas ribeiras verdes, hai nas risoñas praias
e nos penedos ásperos do noso inmenso mar,
fadas de estraño nome, de encantos non sabidos,
que só con nós comparten seu prácido folgar.
Hai antre a sombra amante das nosas carballeiras,
e das curtiñas frescas no vívido esprendor,
e no romor das fontes, espritos cariñosos
que só ós que aquí naceron lles dan falas de amor.
I hai nas montañas nosas e nestes nosos ceos,
en canto aquí ten vida, en canto aquí ten ser,
cores de brilo soave, de trasparencia húmida,
de vaguedade incerta, que a nós só dá pracer.
Vós, pois, os que naceches na orela doutros mares,
que vos quentás á llama de vivos lumiares,
e só vivir vos compre baixo un ardente sol,
calá, se n'entendedes encantos destos lares,
cal, n'entendendo os vosos, tamén calamos nós.
[Música 5 sep. 1997]
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