El Padre Feijoo, al que ya nos hemos referido con motivo del 250ª aniversario de su fallecimiento, escribió mucho sobre cuestiones de medicina, y esos escritos médicos (discursos y cartas que de sus obras Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas) han sido recogidos en el libro Benito Jerónimo Feijoo. Textos sobre cuestiones de Medicina. En el preámbulo a dicho libro se dice:
Esta colección de escritos del padre Feijoo puede constituir, para los médicos que se acerquen a ella, un motivo abundante para sus reflexiones, y no sólo en la dirección histórico arqueológica a fondo perdido, sino también en la dirección de la ampliación de los planteamientos y soluciones de los problemas de nuestro presente. Todo el mundo podrá comprobar que las reflexiones médico filosóficas que el padre Feijoo escribió desde su convento benedictino hace doscientos cincuenta años conservan, cambiando lo que haya que cambiar, su plena actualidad.
Traemos aquí una selección de los títulos de algunos discursos de Feijoo, con alguna frase introductoria o significativa y enlaces a sus textos íntegros. Desde la distancia en que fueron escritos, hallaremos reflexiones de mucho valor, aunque sean inevitables los errores y, tal vez, se echen de menos consideraciones contempladas desde una concepción moderna de la medicina.
1. La nimia confianza que el vulgo hace de la Medicina, es molesta para los médicos, y perniciosa para los enfermos. Para los médicos es molesta, porque con la esperanza que tienen los dolientes de hallar en su Arte pronto auxilio para todo, los obligan a multiplicar visitas, que por la mayor parte pudieran excusarse: de que se sigue también el gravísimo inconveniente de dejarles para estudiar muy poco tiempo, y para observar con reflexión (que es el estudio principal) ninguno. Para los enfermos es perniciosa, porque de esta confianza nace el repetir remedios sobre remedios, cuya multitud siempre es nociva, y muchas veces funesta. [...]
2. Y para precaver desde luego toda equivocación, debemos distinguir en la Medicina tres estados, estado de perfección, estado de imperfección, y estado de corrupción. El estado de perfección en la Medicina, es el de la posibilidad; y posibilidad, a lo que yo entiendo, muy remota. Poca, o ninguna esperanza hay de que los hombres lleguen a comprehender, como se necesita, todas las enfermedades, ni averiguar sus remedios específicos, salvo que sea por vía de revelación. Pero por lo menos hasta ahora estamos bien distantes de esa dicha. El estado de imperfección es el que tiene la Medicina en el conocimiento, y práctica de los Médicos sabios. Y el de corrupción, el que tiene en el error, y abuso de los idiotas.
1. Está recibido como axioma, que los médicos no aciertan a curarse a sí mismos, y por tanto, en el caso de estar enfermos, deben llamar y rendir su dictamen a otro, ó a otros médicos.
17. El estudio de la Medicina debiera, según mi dictamen, empezar por una descripción particularizada, clara, y sensible de todas las partes, tanto sólidas, como líquidas, de que se compone el cuerpo humano, juntamente con la explicación de la acción, y uso de cada una. [...]
18. A esto se seguirá la explicación de todos los desórdenes, que pueden arribar, tanto en los sólidos, como en los líquidos, que es lo mismo que manifestar las diferentes dolencias, a que están expuestos nuestros cuerpos, proponiendo sus señales, sus pronósticos, y sus remedios.
19. En fin, se propondrá un régimen de vida oportuno, para precaver las enfermedades, y desembarazado de preceptos inútiles [...]
20. Esto es todo lo que en orden a la Medicina se debe enseñar en las Aulas; y todo lo que sale de aquí, no es Medicina.
Paradoja IV
Es error insigne procurar la curación de toda fiebre
21. Los Médicos vulgares (se ha de entender, que regularmente sólo con éstos hablo) miran siempre a la fiebre como un enemigo, con quien no sólo jamás es lícito hacer paces, mas ni aún pactar treguas.
Paradoja XII
Las piedras preciosas totalmente inútiles en la Medicina
Paradoja XVI
El mejor remedio que tiene la Medicina es el que menos se usa
108. Todo lo que alegra el ánimo, y refocila el corazón, es cordial; y alegra el ánimo todo lo que es gustoso, y grato al sujeto. Siendo esto así, ¿para qué gastar dinero en bezoares, unicornios, perlas, esmeraldas, confecciones, electuarios, cuya virtud apenas consta, sino ex fide dicentium? [...]
212. Adviertan los Médicos, y advierta todo el mundo, que los que en la Facultad Médica gozan los mayores créditos, son los más desconfiados de las doctrinas, que oyeron en las Aulas, o leyeron en los Libros, por consiguiente los más tímidos en la ejecución. Casi por esta seña sola se pueden discernir los buenos de los malos Médicos. Algunos de aquellos han llegado a confesar, que es necesario, reformar en muchas partes suyas la Medicina. [...]
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Y como ilustración sonora, la música de un contemporáneo del Padre Feijoo...
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