Dijo un sabio gestor:
Invertir mucho en Atención Primaria
es la mejor medida sanitaria.
- Masificación y consecuente falta de tiempo. Entre las causas del aumento de la demanda asistencial se apuntaban: envejecimiento poblacional e incremento de personas protegidas. Unámosle la burocracia, que no ha cedido (ha pasado de ser manual a electrónica) y entenderemos la incómoda situación.
- Trabas administrativas para la petición de pruebas diagnósticas. Este problema y el anterior generarían insatisfacción del paciente y desmoralización del médico.
- Aumento de la incertidumbre. Consecuencia de trabajar en un entorno saturado y absorbente, en definitiva, agobiante, que aumenta el riesgo de cometer errores y, a largo plazo, desgaste profesional (bournout o “síndrome del quemado”). Añadamos la violencia creciente en centros sanitarios, con agresiones físicas y/o verbales, y comprenderemos el progresivo número de afectados por un mal de nuestro tiempo.
Por lo anterior, se instaba a un cambio de actitud de los gestores sanitarios, en aras de la calidad asistencial y la dignificación profesional. Todo esto nos suena conocido. Se recordaba que España es el país europeo con menos tiempo para atender a un paciente, por el motivo de tener más pacientes en la agenda diaria de los deseables. Además, añadimos nosotros, la pretendida agenda de calidad es imposible con la admisión de “citas forzadas” ilimitadas. Y se decía que, aun así, paradójicamente, se conseguía una buena resolución (de problemas médicos, se entiende). Gracias al sobreesfuerzo de los profesionales, evidentemente. Sobresfuerzo que muchos médicos ya han pagado y otros están pagando.
Se señalaba también la precariedad presupuestaria en atención primaria, que ha ido empeorando, en un sistema que centra su inversión en el hospital (hospitalocentrismo). Se instaba a la formación, como necesidad para la motivación y la satisfacción profesional. También al rendimiento profesional, con el necesario descanso para preservar la salud física y mental del médico, cuya salud poco o nada se cuida. Y a la conveniencia de una coordinación asistencial, entre los diferentes niveles, que, por el contrario, se ha ido degradando progresivamente. En fin, ya sabemos las consecuencias de la telemedicina sistemática y la protocolización rígida (“protocolitis”), al suponer impedimentos u obstáculos a la derivación.
Se demandaban sustituciones por ausencia, al 100%, mientras los médicos jóvenes se iban marchando al exterior, en busca de mejores perspectivas. ¿Cómo sustituir la falta de un médico si no hay recursos humanos que lo suplan? Se reclamaba un Servicio de Urgencias Específico para la atención urgente domiciliaria, pues ya sabemos que a menudo el médico se ve obligado a dejar su consulta para atender una urgencia. Por lo demás, se hablaba de la necesidad de recursos materiales, incluyendo espacio físico suficiente, instrumental y buenos sistemas informáticos, que lejos de hacerse realidad, la cicatería de la Administración Sanitaria ha producido el efecto inverso. Conseguir un fonendo o renovar un ordenador obsoleto cuesta a veces Dios y ayuda. Respecto a recursos humanos, se solicitaba personal auxiliar, lo cual ahora nos hace sonreír, cuando nadie en consulta tiene auxiliar de enfermería (antes auxiliar de clínica) y viendo que se amortizan las plazas vacantes.
De retribución económica también se hablaba, aduciendo que los médicos españoles eran los peor retribuidos de Europa. Aún no había llegado la crisis y, con ella, los recortes. Motivo por el que también hemos de sonreír, aunque es comprensible que se nos caiga alguna lágrima. La carrera profesional iba en el lote reivindicativo, pero como cada comunidad autónoma va por libre, unos la han conseguido y otros no. Y de interinidad y precariedad (“contratos basura”) seguimos en las mismas. Para más inri, no hemos de olvidar el acoso laboral institucional, pues se reconoce que los médicos son los profesionales con mayor acoso psicológico por parte de la institución o empresa para la que trabajan, en este caso su servicio de salud, o más propiamente las personas que lo dirigen.
Pues así vamos, sin movernos, sin avanzar un ápice hacia la calidad en salud pretendida o cacareada. O retrocediendo, si cabe. La Atención Primaria sigue cargando con el peso del sistema sanitario, de mala manera, sin suficientes medios, sin estímulos, sin apoyos, sin el reconocimiento de los gestores sanitarios (no puede extrañar que muchos facultativos jóvenes piensen en hacer las maletas o que veteranos soliciten la jubilación anticipada). Y me temo que así seguiremos por mucho, mucho tiempo. Salvo milagro inesperado.
Metamorfosis, Richard Strauss
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(*) Uno de los fines de la Organización Médica Colegial (OMC) es la “defensa de los intereses profesionales de los colegiados”.
Hay un documento de consenso, previo, de 2001, en el que participaron representantes de sociedades científicas de profesionales sanitarios, sindicatos y representantes ministeriales del antiguo Instituto Nacional de la Salud (INSALUD):
LOS EQUIPOS DE ATENCIÓN PRIMARIA
Propuestas de mejora
En este documento de consenso, las propuestas de mejora eran:
- INCREMENTO TIEMPO ASISTENCIAL
- FLEXIBILIZACIÓN DE AGENDAS DE CITACIÓN
- ORGANIZACIÓN INTERNA
- DOTACIÓN DE RECURSOS
- INCREMENTO DE LA CAPACIDAD RESOLUTIVA
- MEJORAS EN LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN
Y después de tantos años, seguimos sin tiempo necesario para la asistencia, sin flexibilización de agendas, sin mejoras organizativas, con recursos insuficientes, con dificultad para resolver problemas y, a pesar de la informatización, con obstáculos en la comunicación. La intención era buena; los logros han sido escasos o nulos. Se precisa un proyecto de mejora ambicioso con una memoria económica acorde.
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