El aplauso es una expresión de aprobación mediante palmadas. Los espectadores de una función, de un espectáculo público, suelen aplaudir cuando finaliza. También al comienzo, como señal de educado recibimiento. A veces el aplauso sincronizado se convierte en música, en música celestial sobre todo para quienes lo reciben. Y a menudo los protagonistas también aplauden, al público o a otros compañeros de actuación, en señal de reconocimiento o afecto.
No es raro el aplauso disonante, cuando alguno o algunos escuchantes creen erróneamente que ha finalizado una obra musical. También es cierto que ahora los aplausos son más generosos; antes, los espectadores los reservaban para quienes consideraban que eran merecedores de ellos, manifestando su satisfacción con mayor o menor efusividad, discretamente o con ganas, según el caso; y se los negaban a otros en los que no veían merecimiento (incluso, si se sentían muy defraudados, llegaban a lanzar tomates podridos al escenario en señal de protesta).
Pero lo que siempre me ha llamado la atención es el aplauso intramusical. Es habitual que en los conciertos de jazz el público aplauda durante la interpretación de una pieza. En ocasiones me disgusta, pues impide escuchar con atención y quizá haga perder la concentración de los músicos. Sobre esto, dicen AQUÍ que es un mito; en el mismo lugar donde diferencian aplauso ritual de aplauso sincero.
Desde los intemporales aplausos musicales (fruto del placer de la melódica escucha) vayamos ahora a los recientes aplausos sanitarios, coyunturales, consecuencia del temor a una enfermedad acechante, a un riesgo inminente.
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los ciudadanos de todo el mundo expresaron su agradecimiento a los profesionales sanitarios mediante un aplauso diario («Aplauso por los trabajadores de la salud»). Suponía un estímulo para éstos. Pasado un tiempo, superado el miedo inicial, se pasó de los aplausos se pasó a los insultos. Entonces, ¿se trataba de un aplauso ritual y no sincero?
Saque cada cual su conclusión...
Y deseando que la sinceridad se imponga al fingimiento, finalizamos con una actuación musical en la que hay aplausos iniciales y finales.
Mr. Bojangles – Sammy Davis Jr - (Live in Germany 1985)
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ANEXO: AFORISMOS SOBRE EL APLAUSO
- El aplauso del pueblo es generalmente falso y sigue más bien a los hombres vanos que a las personas virtuosas. Francis Bacon
- Envejece la fama y caduca el aplauso, así como todo lo demás, porque las leyes del tiempo no conocen excepción. Baltasar Gracián
- Cuando se han merecido los aplausos no ha de ser difícil pasar sin ellos. Concepción Arenal
- Los grandes parlanchines suelen ser espíritus refinadamente egoístas, que buscan nuestro trato, no para estrechar lazos sentimentales, sino para hacerse admirar y aplaudir. Santiago Ramón y Cajal
- Al final, el aplauso no es un bravo a los intérpretes, sino un gracias al compositor y al genio de la música. Carlo Maria Giulini
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