sábado, 22 de julio de 2023

Melancolía, Manuel Machado

Melancholia I (1514), Alberto Durero



Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía... Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.

Este poema de Manuel Machado, perteneciente a su poemario Alma (1902), por su tristeza tierna nos parece casi rosaliano...

***
Admiro a Manuel Machado porque sería capaz de suicidarse de intensidad de amor súbito, de ahogarse con un pecho de mujer, de cortarse la garganta con un cabello rubio. Y es capaz, sobre todo, de olvidar después.
Juan Ramón Jiménez

Sobre Manuel Machado (1874-1947) 
Manuel Machado, poeta y dramaturgo, enmarcado en el modernismo, hermano mayor de Antonio Machado y del pintor José Machado. Manuel Machado continuó en algunos aspectos la tarea de su padre como divulgador y renovador del folclore popular y el «cante hondo». Su producción poética abunda en estructuras idóneas para el cante: coplas, seguidillas, y soleares. Creó una nueva variante de soleá en la que el verso central tiene un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11 o más sílabas), que bautizó como soleariyas. También cultivó el romance, los cuartetos y serventesios, y el soneto, estrofa que renovó con una variante (el sonetillo), que utiliza versos de arte menor, generalmente octosílabos, y en algún caso trisílabos (como en el sonetillo titulado «Verano»). Influido por Verlaine y Rubén Darío, su verso aparece ingenioso, ágil y expresivo, con huellas del parnasianismo y de los poetas malditos franceses. A menudo se ha contrapuesto esta vertiente definidamente modernista con su inserción en el contexto de la generación del 98.

Su personalidad a la vez cosmopolita y andaluza se plasma en una lírica en la que el gusto modernista coexiste con los motivos populares. La aparición de Alma (1902), Caprichos (1905) y La fiesta nacional (Rojo y negro) (1906) lo consagró como una de las figuras más sobresalientes del modernismo en España, junto a autores como Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y Juan Ramón Jiménez. Más adelante buscó una formulación más personal y cercana a su talante andalucista con Alma. Museo. Los cantares (1907) y, sobre todo, a través de El mal poema (1909) y Cante hondo (1912), donde la musicalidad de sus versos se dirigió a la recuperación de la copla popular andaluza. Junto a los indudables valores que ofrecieron estos libros y otros como Ars moriendi (1921) o Phoenix (1936), en la última fase de su trayectoria discurre hacia una lírica superficial y tópica. 

En colaboración con su hermano Antonio, escribió varias obras de teatro en verso, entre las que destacan Juan de Mañara (1927), La Lola se va a los puertos (1929), La duquesa de Benamejí (1932) y El hombre que murió en la guerra (1940). Sin embargo, la figura de Manuel se ha visto oscurecida, incluso anulada, por la de su hermano, debido a motivos ideológicos, ajenos a lo poético; también se la ha menospreciado, juzgándolo de poco profundo. Y aunque a veces se hace referencia a los dos poetas como «Los hermanos Machado», cabe reivindicar la figura de Manuel Machado por sus méritos propios.


Manuel Machado. ¿El otro Machado?
Poemas recitados:

*Curioso soneto en versos trisílabos.

Yo quisiera ser el aire
que toda entera te abraza,
yo quisiera ser la sangre
que corre por tus entrañas.
El querer

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.
Cantares

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
(...)
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.
Retrato

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!
Ocaso


POEMAS ESCOGIDOS DE MANUEL MACHADO 
Adelfos –sin voluntad. Análisis AQUÍ
Andalucía (Canto a Andalucía)
Castilla –héroes: El Cid
España –vídeo AQUÍ
Ocaso –muerte. Análisis AQUÍ

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
Adelfos


Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén.
Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.
Andalucía


El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos 
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.
Castilla


Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho
 hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar en nada...!
Ocaso

Ocaso, Manuel Machado
 

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