Comenzamos con una definición (del artículo «Deprescribiendo para mejorar la salud de las personas o cuando deprescribir puede ser la mejor medicina»):
Deprescribir es el proceso sistemático en el que se identifican y se retiran aquellos medicamentos cuyos potenciales riesgos sobrepasan los potenciales beneficios para conseguir los objetivos terapéuticos marcados para un individuo.
Y traemos un apunte pasado sobre la deprescripción y su dificultad (de una entrada que titulamos «Cuestiones esenciales sobre el uso de medicamentos»):
Para no tener que deprescribir, hay que hacer prescripciones adecuadas de fármacos, estableciendo con claridad en cada caso la indicación y la duración del tratamiento; si no, podemos entrar en un círculo vicioso. Por otro lado, el médico de familia, además de lo propio, tiene la tarea añadida –incluso inacabable– de deprescribir fármacos prescritos por terceros, a veces en la medicina privada, que considera inadecuados o contraproducentes (a menudo medicamentos muy caros y cuestionables, prescritos a la ligera, cuya financiación habría que revisar).
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