No pocos compositores han vertido en partituras sensaciones y pensamientos suscitados por la entrada en su sensible sentido del cielo, de la tierra, de las aguas, de los estrépitos, de los murmullos, de los silencios, de la mayor fuente de inspiración musical desde los albores creativos. Unos pretendieron simplemente describir la Naturaleza, imitando los sonidos naturales o reproduciendo el fenómeno físico-acústico; otros crearon originales sonoridades que, por efecto sinestésico, nos evocan sus paisajes. En lo natural parece hallarse la clave de la música humana, desde su primitivo significado territorial y sexual hasta el de refinamiento emocional y espiritual.
Con oídos atentos podemos percatarnos de que el sonido armónico forma parte del mundo que nos ha tocado vivir. El gorjeo de los pájaros, el zumbar de las abejas, el rumor del mar, el altivo canto de las cascadas o el quejido del viento, están integrados en los ecos de nuestro entorno natural y su efecto es evidente. El estado anímico cambia fácilmente por el influjo de los naturales estímulos sonoros, de modo que uno sosiega si vienen acariciadores o se tensa cuando anuncian peligro o amenaza, como sucede con el estruendo espeluznante del huracán o el estallido poderoso de la tormenta. En una primera experiencia nos cogerán por sorpresa pero en un futuro identificaremos su contenido, de modo que el cuerpo no sufrirá los mismos sobresaltos. Sin embargo, siempre permanece en los espíritus sensibles la capacidad de asombro frente a los inextinguibles compases de la asombrosa orquesta que la Naturaleza nos brinda.
Las diferenciadas voces nacidas desde el mismo parto telúrico y de la natural evolución, indujeron a muchos músicos de diversas épocas a intentar reproducirlas artificialmente mediante instrumentos sonoros. En la música del ballet La Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky, tenemos la impresión de que estallaran las entrañas del planeta, por el incisivo ataque de las cuerdas, los enloquecidos metales y el furibundo percutir de los timbales; no remeda nada pero nos recuerda las imponderables fuerzas que despiertan. Por otro lado, la Sinfonía Pastoral (Sexta sinfonía) de Beethoven nos presenta la cara plácida y amable: la dulce campiña, los verdes prados, las aguas mansas, los ciervos del bosque, el piar de las aves... en un entorno de tranquilidad infinita, sólo quebrada por una efímera tormenta tras la cual retorna felizmente la atmósfera de quietud. Sublime arte de los sonidos; mucho más que simple música descriptiva.
Valgan estas magníficas muestras de la capacidad evocadora de la orquesta sinfónica, suficiente para generar visiones de un mundo atrayente y despiadado, que atemoriza y que fascina. De manera más íntima, también se pueden captar las imágenes del entorno sonoro; y así nos lo demuestran, sin ir más lejos, dos autores hispanos en sendas escrituras pianísticas: Joaquín Turina en La playa, de Sanlúcar de Barrameda “Sonata Pintoresca”, y Federico Mompou en El lago, de Paisajes; ambas obras con otras partes inspiradas en objetos y figuras.
Veamos los sonidos y escuchemos los cuadros naturales. En oídos adiestrados, las sonoridades son paisajes y los paisajes son sonoros.
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He presentado el resumen introductorio y el preludio (“Los paisajes sonoros”) del ensayo publicado en Filomúsica (revista de música culta) sobre las obras musicales inspiradas en la naturaleza, que presenta otros cinco apartados, dedicados al mar (“los arpegios del mar”), a los pájaros (“el canto de los pájaros”), a los bosques y los espacio abiertos (“acordes de los bosques y de los grandes espacios”), a los ríos (“las melodías fluviales”) y a los ciclos (“la música y los ciclos”). Si te interesa, entra en:
Música y Naturaleza (filomúsica.com). Referenciado en dossier del 24º Festival de Música Española de León (2011)
Como ilustración sonoro-visual, valga el movimiento final de la Sinfonía Pastoral de Beethoven... (Y quien desee la obra completa, con sus cinco movimientos delimitados y fotografías ilustrativas, dejamos un enlace AQUÍ)
(Vídeo añadido post. por eliminación de vídeo previo]
José Manuel, entenderás mi interés y fascinación por el tema que abordas si puedes ver mi blog: www.musicadelpaisaje.blogspot.com
ResponderEliminarSeguiré tu blog y lo difundiré, ya que es realmente bueno y de gran interés para mi. Un saludo desde los paisajes del sur del mundo, Chile, y sus diversidades sonoras.
Me había centrado en los paisajes naturales que han inspirado a los músicos, pero gracias a ti, Mónica, he reparado que también el paisajismo es fuente de inspiración. Y lo primero que me viene a la mente son las “Noches en los jardines de España”, de Manuel de Falla. Ya tengo una idea para un artículo futuro. Es muy interesante tu iniciativa paisajístico-musical, que seguiré con atención, y te agradezco que hayas reparado en esta otra médico-melódica. Un saludo desde los paisajes galaicos, del noroeste ibérico, de célticas sonoridades.
ResponderEliminarHola, la verdad es que me pidieron hacer un paisaje musical para el colegio, y me gustaría saber que canción me recomiendan para esto. Como ejemplo nos mostraron la canción "Tren al Sur" de "Los Prisioneros". Cualquier canción que se pueda representar con paisajes me servirá. Gracias
ResponderEliminarAnónimo, aquí se trata de paisajes naturales, no de paisajes urbanos. Siento no poder ayudarte.
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