Leyendo
la entrada "Cuáles son los límites de la relación entre los médicos y los familiares de los pacientes", del
blog Tribulaciones de un cirujano, se me ocurrió el siguiente comentario:
Frente a la pérdida de la posición paternalista del
galeno y el progresivo empoderamiento del usuario (en el marco de la complejidad
de las relaciones humanas), los mensajes chocan cada vez con más obstáculos
receptores, supongo que por el cambio social general y las interesada creación
de falsas expectativas. Y hay un porcentaje de familiares de pacientes,
afortunadamente pequeño (si bien mayor que antaño), que nunca estarán conformes
con nada que se les proponga o se les brinde, ni con las explicaciones que se
les den ni con los cuidados que se les aporten, aunque provengan del más hábil
y sensible comunicador. Aun así, no hay que verlos como enemigos, sino como
víctimas sufrientes, a quienes les duele el familiar enfermo y, tal vez, les
supere el mundo en que vivimos. Por
supuesto, el profesional de la medicina también sufre la adversidad de sentir
que su esfuerzo es incomprendido (nadie se ve libre de la incomprensión de los
familiares). Además de capacidad técnica, ha de disponer de habilidades
comunicadoras, pero no se le pueden exigir medidas heroicas ni ilimitada
capacidad para deglutir sapos y culebras. He presenciado enfrentamientos con
sanitarios extremadamente comprensivos, cordialísimos, pacientísimos, rayando
en la santidad. En estos casos de violencia, mayormente verbal, en los que se
hace imposible todo razonamiento, no cabe más que aplicar la “tolerancia cero”,
al estilo del NHS, y avisar a las fuerzas de seguridad. Del mismo modo que hay médicos y pacientes
difíciles, también existen familiares difíciles. Seguramente
no hay demasiados estudios respecto a esta cuestión, que habrá que enmarcar
en el campo de la sociología médica.
Es de suma importancia la capacidad de empatizar de los galenos, con los pacientes y sus familiares. Pero como errar es humano, a veces hay confusiones entre médicos y familiares de pacientes que llevan a malentendidos...
Muy buen post, pocas veces se habla de la relación médico-familiares y forma parte de nuestro trabajo (aunque no nos guste).
ResponderEliminar¡Ay!, a veces la comunicación es una verdadera carrera de obstáculos, no siendo fácil hacerse entender sin algún tropiezo. Y por si fuera poco tener que comunicarse acertadamente con el interesado, hemos de conseguirlo igualmente con sus allegados. Supone un reto inherente a nuestra labor y un esfuerzo añadido.
EliminarGracias por tu comentario, María José.