En una reunión de centro de salud promovida por un dermatólogo, abrumado por la sobrecarga de consultas y la lista de espera, planteaba éste la teledermatología (una parcela de la telemedicina: prestación de servicios de medicina a distancia) como una herramienta o procedimiento clínico decisivo para solucionar el problema de su servicio. No era novedad, al ser un método que ya se venía aplicando en la práctica diaria, especialmente para los casos de lesiones pigmentarias sospechosas de malignidad y, sobre todo, centrado en el melanoma. Nada que objetar en cuanto a las bondades de este medio de transmisión de datos clínicos y de imágenes (fotos de las lesiones dérmicas). Pero sí había argumentos en contra de su instauración como única vía de interconsulta, pues siendo evidentes la bondades de la teledermatología (como las de otras telemedicinas: telecardiología, telerreumatología), también son claros los inconvenientes.
Veamos la siguiente tabla (Ventajas y desventajas de la teledermatología).
(Pinchar en el cuadro para ampliarlo)
Las ventajas de la teledermatología pueden verse en este cuadro: entre otras, se les evitan desplazamientos a los pacientes y disminuyen
las listas de espera de los dermatólogos, ciertamente. Las desventajas están
igualmente expuestas: supone una tendencia a una medicina centrada en la
lesión, deshumaniza la atención y genera más sobrecarga a los médicos de
atención primaria (precisan tiempo para realizar las fotografías y cargar las
imágenes). Estas ventajas y desventajas son extrapolables, desde luego, a cualquier telemedicina.
Dermatoscopia (Microscopía de epiluminiscencia o de superficie) |
Todo esto quedó claro en la referida reunión, y el especialista
en enfermedades de la piel se hizo cargo de las dificultades en el nivel
primario. Y más todavía cuando se le hizo saber de las habituales policonsultas,
de las otras telemedicinas, de la despiadada burocracia, de funciones médicas más propias de ordenanzas, de las
ausencias de otros médicos de familia no cubiertas, de todas las lacras de nuestra
atención primaria, tantas veces alabada y nunca valorada, dirigida fríamente desde una
soberana macrogestión absolutamente ciega a la realidad de la penosa práctica diaria, tan alejada de la pretendida microgestión o gestión clínica que entraña una verdadera autonomía gestora.
Nada, por otra parte, que no supiese o que, al menos, no intuyese el afortunado –por comparaciones– dermatólogo.
Cuando, después de la general exposición del especialista en dermatología, se
hicieron cotejos con otros sistemas de salud (más allá de la
telemedicina), en los que cada facultativo atiende a un máximo de doce o quince pacientes por jornada y dispone de secretaria particular, que sufren una mínima
burocracia y gozan de una organización más sensata, en los rostros de los presentes (cansados y desvaídos, tras la jornada
matutina superada, o tensos y abotargados, antes de la vespertina que se
aproximaba) se reflejaba una mezcla de desconcierto, indignación y lamento. Lamento,
¡ay!, de que nuestra historia no hubiese ido por otros derroteros.
En conclusión, la medicina a distancia es, sin duda, un
método muy útil que hay que emplear en su justa medida, de modo provechoso. En cambio, como único
método, excluyente de toda consulta presencial, se opone a la esencia médica,
acrecienta la distancia con la buena práctica de la medicina. La telemedicina precisa es beneficiosa, la telemedicina abusiva es perniciosa. Entonces el mensaje es claro: aprovechemos la medicina a distancia sin distanciarnos de la medicina.
How High The Moon (Qué alta está la Luna) – Ella Fitzgerald
Paradoja teledermatológica
Durante la carrera, el catedrático de dermatología insistía en que ‘‘las lesiones dermatológicas hay que examinarlas en directo y con luz natural’’. Y ahora, ese principio dermatológico parece haberse quebrantado.
Como bien dices, las herramientas de telemedicina o de 2.0 deben ser un complemento a la atención médica (y sanitaria en general). Preocupa que nos dejemos deslumbrar por la tecnología en deterioro de las humanidades.
ResponderEliminar¡Exacto! Aquí se pretende que la telemedicina sea un fin y no un medio. Acabarán deslumbrándonos con la ¡telepsiquiatría!
ResponderEliminarGracias por tu visita, María José.
Desde luego amigo Jose Manuel, la telemedicina puede y debería ser un progreso , pero como bien dices, siempre que se aplique con criterios de racionalidad y moralidad.
ResponderEliminarPor lo demás, parece una aberración más que el médico de a. primaria de este pais (con sus menos de 6 minutos para atender a cada paciente) tuviera tambien que hacer labores de fotografo y teleinformaticas.
Para contrastar, no hay nada mejor que pasarse por una consulta médica hospitalaria y se puede uno encontrar con la sorpresa de que hay 12 o 15 pacientes citados por consulta, por supuesto el compañero médico se limita a hacer labores puramente clinicas y asistenciales, pues existe un servicio de megafonia y los administrativos, celadores, ordenanzas, enfermeras, auxiliares, etc, realizan sus labores respectivas.
Como somos un país de extremos, de "todo o nada", casi es lo esperado, amigo Juan. Ya no se plantea el loable objetivo de beneficiar a los usuarios/pacientes que viven alejados de los centros sanitarios, evitándoles desplazamientos innecesarios. No. Al paso que vamos se pretende sostener el sistema con la atención a distancia; particularmente la Especializada, pero a costa de doblar o triplicar los actos en la Primaria. Una aberración más.
Eliminar