viernes, 30 de junio de 2017

Médico de cabecera u oficinista


En La insoportable levedad del ser, novela filosófica de Milan Kundera, el protagonista, Tomás, un reconocido cirujano, se ve obligado a abandonar el hospital de Praga donde trabaja por presiones políticas. Estamos en la Praga de 1968, bajo dominio soviético. Al comienzo del capítulo 5 de la Quinta Parte de la novela, podemos leer lo que le sucedió tras dejar el hospital de la capital checa:
Primero fue a parar a una clínica rural a unos ochenta kilómetros de Praga. Tenía que coger el tren todos los días, y regresaba con un cansancio mortal. Un año más tarde consiguió un puesto mucho más cómodo, aunque de menor importancia, en un ambulatorio de la periferia. Ya no podía dedicarse a la cirugía y tenía que ejercer como médico de cabecera. La sala de espera estaba repleta, apenas podía dedicarle cinco minutos a cada caso; les recetaba aspirinas, escribía los certificados de baja para sus empresas y los mandaba al especialista. Ya no se consideraba médico sino oficinista.
Edición de Tusquets
Después, un policía del Ministerio del Interior viene a comunicarle que "todos lamentan que un cirujano de su talla tenga que recetar aspirinas en un ambulatorio de la periferia". Y tratará de convencerlo de que vuelva a su puesto, a condición de que se retracte de un escrito de su autoría, ofensivo para la causa comunista. 

Pero, sin ahondar en la trama de la narración, nos quedamos con una conclusión que nos incumbe como médicos de familia: la falta de reconocimiento del médico de familia (antes médico general o de cabecera) ya viene de largo. Sin negar, por supuesto, la gratitud de comunidades concretas a alguna labor individual.

Los tiempos han mudado y la medicina de familia ha ido asumiendo poco a poco un desempeño integral. Sin embargo, el médico de familia no es estimado en su justo valor como el tradicional médico de cabecera, ni desde dentro del ámbito sanitario ni desde el exterior. Resulta paradójico, y quizá pueda explicarse porque lo han convertido en oficinista. ¡Sí, oficinista! Y no sé ven intenciones de enmienda.

Der schwer gefaßte Entschluß (La difícil decisión)
IV movimiento del Cuarteto de cuerda nº 16 de Beethoven

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