lunes, 15 de febrero de 2021

Guía de la Medicina

En esta guía de los estudios universitarios dedicada a la Medicina*, se habla de su historia, de sus objetivos, de la patología humana, de los métodos de estudio y de las especialidades médicas. Pero también de sus aspectos humanísticos.

Ya en la introducción, considerando la etimología de la Medicina (del gr. mederi: cuidar), se dice que, como arte y ciencia, cuida del hombre en la enfermedad, y que desde la facultad debiera impulsarse la preocupación básica por el enfermo

En «El médico y su profesión», se habla del trato directo y personal con los pacientes, en especial de los clínicos (del gr. klinikós: de la cama), por trabajar a la cabecera del enfermo. Y de los códigos de comportamiento del profesional médico.

Sobre esto último, se hace referencia a la Declaración de Ginebra de 1948, en la que la Asociación Mundial de Médicos adoptó el juramento hipocrático como pilar básico de la conducta y ética médicas. Es la actualización de dicho juramento.

[Texto último tras varias enmiendas]

Dejan claro los autores de la guía que en este código de comportamiento se destaca el sentido de servicio que ha de presidir la actuación médica. Un espíritu que lleva implícitas varias disposiciones, entre ellas: disponibilidad, esfuerzo y dignidad.

En este espíritu de servidumbre, que entraña sacrificio personal —que va más allá del horario de trabajo—, puesta al día en conocimientos y habilidades y conducta digna, quizá estriba lo que se ha dado en llamar «vocación de médico».

Los autores se preguntan si existe la vocación de médico. En todo caso, no la entienden como carisma especial, sino como una suma de aptitud, para aprender y ejercer la profesión, y actitud: un interés por esta rama del saber y modo de vivir.

En «La relación médico-enfermo», se recuerda que la historia clínica, o anamnesis, es un diálogo con el paciente (y/o sus familiares o acompañantes), que comienza con una simple pregunta: ¿Qué es lo que le pasa a usted? (Motivo de la consulta.)

Se establece la comunicación como puntal, pues gran parte de su tiempo lo dedica el médico a comunicarse con pacientes y familiares, enfermeras y colegas. Por eso debe estar bien formado en la habilidad de la comunicación, oral y escrita.

Y se apuntan dos expresiones populares sobre las que debemos reflexionar: «Letra de médico», por ilegible, y «visita de médico», por breve. La letra debe ser clara para evitar confusiones, y la visita ha de durar lo que necesite el paciente. 
***
*Prieto JM, Fuster M. Guía de los estudios universitarios: Medicina. Pamplona: Eunsa, 1981. [Jesús Prieto Valtueña, Manuel Fuster Siebert]

No en vano, esta guía es una de las fuentes bibliográficas de nuestro Léxico médico de la Atención Primaria. Sobre todo, por haber conocido a uno de sus coautores: el Dr. Manuel Fuster Siebert, médico cardiólogo siempre preocupado por el enfermo.


Concierto para dos violines, Antonio Vivaldi

2 comentarios:

  1. El humanismo médico es motivo de estudio, aunque no se le dé toda la difusión e importancia que merece y necesitamos. Se ha estudiado y demostrado que los estudiantes de Medicina que inician la carrera lo hacen llenos de altruismo e idealismo, y hacia el final de su formación la mayoría ha perdido esas cualidades. Influyen muchos factores como el ambiente competitivo, el cansancio, el descuido de las necesidades básicas, hasta lo que el autor Humberto Correa da en llamar "currículo oculto", que no es otra cosa que las malas prácticas que los estudiantes ven y (mal)aprenden.

    No sé cómo será en otras partes del mundo, pero en el Cono Sur todavía estamos lejos - salvo honrosas excepciones de instituciones pioneras - de brindar una auténtica formación humanista en medicina. Espero que las generaciones venideras tengan esa oportunidad que mi generación y las anteriores no tuvieron.

    Gracias por compartir esta nota con tanta calidad, y dándole un toque artístico tan refrescante y necesario.

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    1. Hola, M. Gracias a ti por tan amable valoración. Creo que la parte humanística de la medicina se ha ido dejando de lado conforme ha ido ganando peso lo tecnológico, aumentando la medicalización de la sociedad y, por ende, creciendo el “consumismo sanitario”. Demasiados intereses espurios nos han ido haciendo entrar en una vorágine de control excesivo de los sanos, de indicación indiscriminada de pruebas y de prescripciones desmedidas, en función de umbrales biométricos cada vez más bajos y llevados por la demanda de una pastilla para cada problema (ya se habla de “empastillamiento” social). Con ello, ha perdido fuerza la comunicación sosegada, han pasado a segundo plano los estilos de vida saludable y —pensando ahora en Osler y Marañón— se arrincona la dimensión espiritual de la labor médica. Por eso libros introductorios como éste, u otros más modernos, sirven para que los futuros estudiantes estén alerta, conozcan el espacio en el que se van a mover, y, con información suficiente, puedan tomar la decisión de elegir o no su futuro como galenos.

      En fin… Esperemos un retorno a una medicina humanística que, valiéndose por supuesto de la tecnología, haga un buen uso de los medios diagnósticos y terapéuticos, pensando siempre en el primum non nocere como principio básico.

      Un saludo cordial.

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