Los viejos no son enfermos; son personas con muchos años.
En una sociedad medicalizada, los fármacos pueden ir más allá de sus bondades y acarrear malas consecuencias; a veces por encadenamiento: “Prescripción encadenada de medicamentos”. Es habitual el despropósito de las prescripciones encadenadas en una medicina centrada en la enfermedad, no en el individuo. Un medicamento puede ir llevando a otros de manera secuencial e imparable, a modo de “cascada terapéutica”, conduciendo a un empeoramiento indeseable del paciente, en vez de a la mejora que en principio se buscaba. He ahí la paradoja terapéutica. Y siendo los viejos víctimas propiciatorias, el “empastillamiento” tóxico en la vejez me ha inspirado este saludable poema.
IDEARIO SENIL
No quiero una vejez de dependencia
extrema y de sometimiento atroz.
Tomaré medicinas que mejoren
el paso de mi invierno. Pero no consumiré
aquéllas que lo alarguen simplemente.
(Sin panacea ni piedra filosofal:
¡adiós salud plena y eterna juventud!)
Trataré de cuidarme en los posible;
alimentación sana y ejercicio, higiene
física y mental. Los sencillos hábitos
saludables serán mi prioridad.
No voy a consentir intervenciones
o pruebas que no sean esenciales.
¡Lo digo sin reservas! Quiero ser
libre y decidir hasta mi último aliento.
Vejez no significa enfermedad. Por eso
no he de ceder a esas costumbres colectivas
con las que no comulgo. Lo que haga la masa
me deja indiferente. Estar en desacuerdo
o ir a contracorriente es bueno a veces.
El sentido común —rareza diamantina—
ha de guiarme. Forma parte de mi credo.
Y es éste mi ideario
vetusto e individualmente saludable.
Reflejos en el agua – Claude Debussy
Hoy por hoy lo raro es no ver a un abuelo con una o dos benzodiazepinas, que ni él o ella recuerda ya desde cuándo ni para qué toma. Me da mucha pena la verdad.
ResponderEliminarEl consumo desmedido de psicofármacos, con sus mayores riesgos en ancianos —que suelen estar polimedicados—, es probablemente el problema mayor.
EliminarSabio parecer amigo Jose Manuel, ademas el problema como bien dices, es el encadenamiento de la medicación, cada farmaco genera tambien efectos patologicos conocidos o desconocidos que a su vez requieren otros farmacos, al final es la pescadilla que se muerde la cola
ResponderEliminarAsí es, amigo Juan. Y cuando los prescriptores son múltiples y no están bien intercomunicados, es complicado revertir el proceso.
Eliminar