miércoles, 10 de abril de 2024

Victoria de los Ángeles, soprano natural

Victoria de los Ángeles

La soprano Victoria de los Ángeles López García (Victoria de los Ángeles López García, 1923-2005) nació en Barcelona, hija de padre andaluz de Fuengirola emigrado, que trabajaba como bedel en la Universidad de esa ciudad, y de madre de Puebla de Sanabria. Su formación educativa y musical se realizó en su ciudad natal. Estudió en el Conservatorio Superior de Música del Liceo, donde se graduó en solo tres años, a los 18 años de edad. Ya soprano profesional (soprano lírica o lírica spinto), desarrolló su carrera en la ópera y como recitalista, cantando Lieder. Destacó especialmente en papeles de óperas de Mozart (Don Giovanni, Le nozze di Figaro), Rossini (Il barbiere di Siviglia), Verdi (La Traviata, Otello), Wagner (Tannhäuser, Lohengrin), Puccini (La Bohème, Madama Butterfly) y otros compositores (Fausto, Carmen, Cavalleria rusticana…). 

Siempre es difícil describir con palabras una voz. Había en ese órgano relieves que nos permiten, por decirlo de un modo prosaico, asirlo para un examen didáctico. Decía en cierta ocasión Joaquín Calvo Sotelo que la de Victoria era una “voz químicamente pura”. El timbre, de soprano lírica de cierta anchura, luminoso, aunque con claroscuros muy excitantes, era cremoso y acariciador, terso, de evidente sensualidad, homogéneo, con fácil soldadura de registros, de purísimo esmalte. El canto en ella, debido a esa naturalidad emisora, era de aplastante espontaneidad. Victoria cantaba como hablaba, sin apreciable esfuerzo; era un acto reflejo como el de respirar. 
[inc. Discografía]

La naturalidad ha sido su tarjeta de presentación desde la más tierna infancia. Esa naturalidad inocente la empujaba de niña a cantar, acompañándose ella misma con la guitarra, las canciones populares que oía en casa. Y esa naturalidad la alejó de la afectación propia de las grandes estrellas, siendo ella una de las que más han brillado en la lírica internacional. Tuvo el reconocimiento de otra gran reina de la naturalidad: Elisabeth Schwarzkopf, con la que mantuvo muy buena relación. 

Victoria de los Ángeles es posiblemente la soprano española más importante del siglo XX. Y quizá tuviera razón Maria Callas cuando llegó a afirmar que en aquella ciénaga por la que pasaba el Metropolitan neoyorquino de sus días gloriosos «la única flor era Victoria de los Ángeles». Poseía el raro don de la bondad. Afirmó la soprano que entre sus compañeros con ninguno se sintió nunca más a gusto que con Jussi Björling, tenor de timbre sinigual. Y su contacto con la poesía le hizo adentrarse y profundizar en el campo liederístico, abordando exitosamente Lieder de Schubert o de Schönberg. El centenario de su nacimiento es un buena justificación para reivindicar su extraordinario talento. 
César Wonenburger

Yo lo que más he admirado de Victoria de los Ángeles, aparte de cualidades vocales y expresividad en su canto, ha sido su exquisita prosodia en cualquier idioma.

«Veo descender del cielo a la Música como una Luz sonora
que nos invita a pasear por los jardines del Señor.
Cantar ha sido para mí la alegría
de abrir mi alma a la más pura elevación.
¡Gracias a ti, Música!».
En estas palabras suyas está resumida toda la proyección de su arte.

An die Musik (A la música), Franz Shubert

Canción para dormir a un negrito, Xavier Montsalvatge

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