A veces uno tiene la sensación de que la inspiración se hubiese ido para no volver jamás. Es una percepción de vacío, de sequía creativa, que mi admirado Lizardo, psiquiatra y poeta, expresó maravillosamente en su blog Desde el manicomio: “Realmente son estos momentos insondablemente horrendos...”. Al saber de su transitorio estado, recordé que había escrito un mal poema sobre la inspiración perdida (¡ay!, el olvido de las musas), muchos años antes de la época bloguera, y se lo brindé con el cariño que se merece y con el deseo de que su musa retornase cuanto antes. Lo había titulado simplemente NUMEN…
Se esconde Inspiración,
la pícara y esquiva damisela.
Escucho su burlona risa fría,
intuyo el rostro informe en los rincones.
Mas no acude a llamadas
ni se ablanda ante ruegos.
Larga espera... y nada. (No es ella compasiva.)
Desde el dolor, enconos,
exabruptos y maldiciones
contra la musa acrecen... Y la malvada no habla.
Oculta entre tinieblas de desprecio,
dolida por agravios —y ofendiendo—, duerme.
Desde el amor, paciencia,
cariñosos susurros y suaves bendiciones,
mil cantos a la más bella... Lo mismo en su silencio.
¿Qué debo hacer para que tuerza el rumbo,
complacida y benévola hacia mi ávido puerto?
Se esconde Inspiración,
la pícara y esquiva damisela.
[1995]
Gracias, mi buen amigo José Manuel, aprecié su gesto en aquel momento y reitero mi gratitud por su cariñosa mención hoy. Ahora la damisela esquiva reposa en mi regazo hasta nuevo aviso.
ResponderEliminarUn abrazo desde Lima, Perú.