En esta cuarta parte presento otras sentencias concisas y frases extraídas de escritos diversos que he convertido mediante el juego del lenguaje en aforismos, considerando lo expuesto en la primera parte. De la mayoría dejo constancia de la autoría; del que no tengo certeza prefiero dejarlo como anónimo. Comulgando o no con ellos, os dejo otra docena sobre el dolor y el tratamiento:
- El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de dolor. (Aristóteles)
- El dolor propio es insufrible; el ajeno, exagerado. (Anónimo)
- Pretender esquivar todo sufrimiento significa sustraerse a una parte esencial de la vida humana. (K. Lorenz)
- Si la necesidad de cuidados es intensa, la dolencia se hace también más intensa. (D. Morris)
- Tres grandes componentes nos ayudan a interpretar el dolor ajeno: la expresividad facial, la manera de explicar el dolor y el estado emocional global. (F. Borrel i Carrió)
- Dolor contado, al punto aliviado. (Refrán)
- La relación médico-enfermo es la mejor arma terapéutica del profesional. (Anónimo)
- Considerar que no puede ayudarse con nada al enfermo no tiene excusa y raras veces es verdad. (Smithiers)
- Lo peor de las medicinas es que una de ellas hace necesarias a las otras*. (E. Hubbard)
- El médico, con tanto prescribir y prescribir, no hace otra cosa que atender a personas que piden medicamentos y a personas que sufren las consecuencias de esos medicamentos*. (I. Illich)
- El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas. (B. Franklin)
- La regla de oro en el tratamiento del insomnio es no convertir al paciente en un drogadicto, en un adicto a fármacos. (J. Gérvas)
* Sobre el tratamiento farmacológico llevado al extremo de lo negativo:
- Casi todos los hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades. (Molière)
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El dolor, tanto físico como psíquico, es el principal síntoma a combatir. Es una experiencia sensorial y emocional desagradable, sentida y expresada por cada cual de diferente forma; egoístamente, el propio es incomparable con el ajeno. El médico precisa liberarse del egoísmo y adoptar una buena dosis de empatía para lograr el propósito de aliviar el sufrimiento de sus pacientes, inequívoco en la expresividad facial y en las contorsiones corporales. Será necesario precisar la etiología del dolor para tomar las medidas terapéuticas que consigan erradicarlo, a ser posible con los menores efectos secundarios; no vaya a ser que sea peor el remedio que la enfermedad. El dolor como necesaria parte de la existencia, e inequívoca señal de que estamos vivos, pertenece al campo de la filosofía. "El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional", dijo Buda. "No os espante el dolor; o tendrá fin o acabará con vosotros", sentenció Séneca. Y Marco Aurelio recordó los límites del dolor: "El dolor no puede ser nunca ni insoportable ni de larga duración, a menos que tú lo agrandes a fuerza de la imaginación; debes verlo dentro de sus límites naturales"; y "Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable". Valgan como final estos cuatro rotundos aforismos.
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