El escritor Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), fue el inventor de las greguerías, textos breves –generalmente una sola frase– a modo de aforismos, pero supeditados a una fórmula del autor:
Humorismo + Metáfora = Greguería
¿Y cómo elegir entre las greguerías selectas de Gómez de la Serna? Pues me apropio una vez más de la sabiduría de mi admirado Lizardo, quien escribió en su bitácora sobre el autor de El doctor inverosímil:
Humorismo + Metáfora = Greguería
¿Y cómo elegir entre las greguerías selectas de Gómez de la Serna? Pues me apropio una vez más de la sabiduría de mi admirado Lizardo, quien escribió en su bitácora sobre el autor de El doctor inverosímil:
“Denostado alguna vez como mero embeleco de ingenio y acrobacia verbal, fue famoso por sus greguerías –escribió más de 10.000–, frases conceptuosas y escuetas, condensaciones de metáfora y humor…”
- El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
- Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.
- La O es la I después de comer.
- El niño grita "¡No vale...!" "¡Dos contra uno!" y no sabe que toda la vida es eso: dos contra uno.
- Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueños.
- No hay que tirarse desde demasiado alto para no arrepentirse por el camino.
- Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
- Nos aliviaríamos si comprendiésemos que morir es la última diversión de la vida.
- Todos quisieran tener dos hígados para quejarse de los dos.
- El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que tenemos en la cabeza.
- Cuando por los altavoces anuncian que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
Otras greguerías, simpáticas y no tanto:
- Adagio es un consejo triste.
- Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac; por eso no era un reloj.
- Como daba besos lentos, duraban más sus amores.
- El agua se suelta el pelo en las cascadas.
- El insulto es el único verdugo que tenemos a mano.
- El tenedor es el peine de los tallarines.
***
Sobre el libro de relatos El doctor inverosímil, dice el amigo Lizardo:
“El azar reunió a este antiguo libro con un nuevo lector. En sus páginas, pese a los años transcurridos -apareció en 1921 la primera edición-, un aire fresco y jovial fluye. Hay cosas que no cambiarán jamás en la relación médico-paciente, sin duda. El párrafo final de "El doctor inverosímil" así lo reitera: "Yo, por lo menos, puedo decir lo que aquel doctor que decía: 'Entre mis manos los enfermos pueden perder la vida, ¡pero jamás el espíritu!'". Ah, y valga la aclaración. Ramón no era médico.”
Retrato de Ramón Gómez de la Serna (1915), Diego Rivera |
[Sobre este retrato v. AQUÍ]
Amigo José Manuel:
ResponderEliminarAgradezco sus generosas menciones y me congratulo que provengan de Ud., un colega por el que profeso admiración y aprecio sinceros. En este año que llevo 'blogueando', valoro mucho que Ud. me haya distinguido con su amistad. Estos son firmes asideros que me permiten disfrutar del calor fraterno y no de las brasas del 'burn out'.
Un abrazo desde Lima, Perú:
Lizardo
Querido Lizardo, veo que la admiración es mutua y yo también celebro esta amistad en la distancia. Una sentencia de Baltasar Gracián certifica nuestra proximidad: “No están presentes los que no se tratan, ni ausentes los que por escrito se comunican”. Y una profunda greguería nos invita a seguir soñando: “Por los ojos nos vamos de la vida”. Correspondo con otro abrazo desde la ciudad de Vigo.
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