En el siempre interesante blog “El Supositorio”, el Dr. Vicente Baos ha publicado la experiencia de una médico de familia en Nueva Zelanda. Se informa de una medicina integral, sin agobio, organizada, con reconocimiento profesional, estimulante… frente a un modelo hispano de medicina funcionarial, con gran presión asistencial, desorganizada, que no valora la dedicación, poco estimulante. Sobre el papel, no hay color. La experiencia revelada es parecida a las que he leído de otros médicos generales o de familia españoles que trabajan en diferentes países. Esta revelación se extendió a un foro médico, en el que se abrió un debate sobre los otros sistemas sanitarios. Y entonces se reabrieron también las heridas producidas en los últimos tiempos por la nueva gestión sanitaria, llegándose a comentar la intención de aumentar la productividad sanitaria empleando metodologías de una fábrica de automóviles, propugnada por gestores y consultores ingenieriles de la “calidad total” que los más críticos -o sensatos- ven como un peligro para la salud pública. Porque son quienes toman decisiones arbitrarias, establecen agendas disparatadas y dictan medidas leoninas. De manera que aquí, desde que al paciente pasó a considerárselo usuario, se mantiene la idea de la productividad frente a la de asistencia adecuada.
Cuando se comenzó a hablar de “productividad en salud” a muchos se nos hacía difícil comprender el pretendido parangón entre una empresa con cadena de montaje y la atención sanitaria, entendida por los nuevos teóricos, o gestores de despacho, como la consecución de objetivos al menor coste posible. Una falsa eficiencia, porque desentendía –y sigue desatendiendo– los demás aspectos de la “calidad en salud”. Este es el gran problema que tenemos en nuestro sistema, que se nos ve a los médicos como productores robotizados a los que hay que ajustar las tuercas para que cumplan automáticamente las directrices que se les imponen. Porque no está bien visto el que se piense; ya es suficiente con seguir las pautas que el gerencialismo hipertrofiado imbuye. Así que cuando tenemos noticias de otros sistemas sanitarios en los que parece que el médico no se contempla como mero productor, sino como profesional en su dimensión humana, y donde por encima está reconocido, bien considerado socialmente, es respetado, se le facilitan los medios de trabajo y se le remunera bien, hemos de apretar los dientes y decirnos que urge cambiar el panorama sanitario hispano. O, tal vez, relajar la mandíbula y poner rumbo hacia otros horizontes de sensatez.
Y que decir de nuestro querido sistema del seguro social del Perú (EsSALUD), donde se complace, solazan, excitan, alegran, regocijan mirando las tablas de productividad, y no mirando la satisfacción del paciente, eso, es para relaciones públicas.
ResponderEliminarDesconozco la organización del sistema sanitario peruano, querido Tony. Pero parece ser un mal extendido -al menos en el ámbito hispanohablante- el centrarse en la medición de la productividad, sin atender a otros elementos de la calidad en salud.
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