Nota.- Este tríptico sobre la formación médica es mi aportación personal al tema "Formación y aprendizaje en salud ¿Son posibles otros modelos?" propuesto en #CarnavalSalud
1. Punto de partida: Educación médica
No hay duda de que para desarrollar con competencia cualquier actividad profesional se precisa una mínima base teórica. La medicina no es excepción; mejor dicho, precisa de una mayor base teórica que la mayoría de actividades humanas. La Educación Médica implica la transmisión de conocimientos en salud.
Desde los inicios de la carrera universitaria, pasando por
la licenciatura y los estudios de posgrado, hasta el final de nuestra actividad
profesional no dejaremos de aprender. Nos veremos obligados a una puesta al día
mediante una formación continuada, porque los avances y los descubrimientos no
cesan.
La formación continuada supone una instrucción constante, imprescindible en medicina para mantener la competencia profesional. Sus objetivos: actualizar conocimientos –técnicos, éticos, legales, sociales y económicos– y favorecer la comunicación entre los profesionales. Corregiremos errores, tomaremos buena nota para el futuro y afianzaremos nuestra seguridad. Así siempre, en avance inacabable.
La formación continuada supone una instrucción constante, imprescindible en medicina para mantener la competencia profesional. Sus objetivos: actualizar conocimientos –técnicos, éticos, legales, sociales y económicos– y favorecer la comunicación entre los profesionales. Corregiremos errores, tomaremos buena nota para el futuro y afianzaremos nuestra seguridad. Así siempre, en avance inacabable.
(Fragmento de “De la teoría a la práctica médica”)
2. Implementación: Método de aprendizaje
Primeramente, no podemos olvidar los medios tradicionales
de aprendizaje o apoyo: diccionarios médicos, libros y revistas especializadas, tesis… y, por
supuesto, la fortuna de contar con buenos maestros que nos transmitan su
experiencia y su saber. Complementariamente, nos valdremos de los soportes
audiovisuales que puedan contribuir a la adquisición o mejora de habilidades médicas.
Sin duda, la tecnología contribuye en gran manera al
aprendizaje, pero de nada vale en medicina sin se desliga de la formación
humanística. Si renunciar a la tecnología es anclarse en el pasado, contemplar
la técnica y descuidar la calidad humana es frenar el avance de las ciencias de
la salud.
Creo que nadie puede cuestionar que la formación
participativa es más eficaz que la mera asistencia pasiva a disertaciones
teóricas. El debate, la discusión, las propuestas, el compartir experiencias…
es la mejor forma de adquirir un buen bagaje de capacidades para desarrollar
una buena calidad asistencial. Idealmente de manera
presencial, sin olvidar en cualquier caso el poder de las TIC.
Y si hemos de censurar tanto el turismo congresual como el
mero objetivo de créditos valorativos, también hemos de exigir que la formación médica continuada se realice dentro de la jornada laboral, no a costa del
tiempo de quienes han de brindar un servicio a terceros, y desde luego sin
coste cuando el fin es un servicio público. Una cosa es la entrega profesional
y otra la improcedente renuncia.
3. Aplicación: Práctica médica
Del interés y el entusiasmo que pongamos en el aprendizaje,
que nunca cesa, vendrán los frutos que definan nuestra aptitud. Una buena
instrucción es la base para alcanzar una adecuada capacitación. Sin embargo,
habrá de ser nuestra actitud la que determine si mereció la pena el esfuerzo
del estudio, la amplia adquisición de conocimientos teóricos y destrezas o habilidades médicas (exploración física, técnicas, comunicación).
Por otro lado, de nada vale la formación médica si no es
posible aplicar los conocimientos adquiridos. Bien sabemos del habitual
divorcio entre teoría y práctica al que habitualmente nos obliga el sistema
sanitario. La abundancia de tareas impropias e inútiles impide una labor médica
eficaz y eficiente. Imaginemos a un cocinero que en vez de cocinar tuviese que emplear su tiempo en darles vueltas a los platos. Corregir este craso error corresponde a los gestores
sanitarios; y a los profesionales que están a pie de obra, inmersos en la
asistencia diaria, hacérselo saber (si es que todavía no han reparado en ello).
La visita al hospital (1889) de Luís Jiménez Aranda |
Lo ideal sería aprender haciendo (learning by doing).
Formación médica continuada en Extremadura
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