La canción popular, la forma más sencilla de música vocal, ha cautivado a los compositores “cultos” de todas las épocas. Es sabido que en las misas del Renacimiento se introdujeron melodías populares, que grandes creadores del Clasicismo y del Romanticismo hicieron arreglos de canciones populares y que, iniciado el s. XX, la recopilación de estas piezas folklóricas, emanadas del pueblo de manera anónima, influyeron decisivamente en la creatividad de importantes músicos. Son la base sobre la que se forjó la canción culta, artística o del arte.
Si nos remontamos a la Edad Media, comprobamos que junto a la música religiosa convivió otra profana y menos elaborada, la monódica (de una sola voz con acompañamiento instrumental) de los poetas-músicos itinerantes, los trovadores, cuyas composiciones marcan el comienzo de la “canción culta”; pensemos en las canciones provenzales, baladas u otras acompañadas del laúd. Pero la canción culta, elaborada a partir de la popular o tradicional, no adquirió respetabilidad hasta el s. XIX, cuando los grandes compositores románticos del ámbito germánico consiguieron situarla en paridad artística con la ópera y la cantata religiosa (en las que el “aria” impera con su mayor complejidad y exigente virtuosismo), haciéndola pasar del menosprecio inicial al ensalzamiento definitivo.
Desde entonces, se impondría el término alemán Lied (Lieder en plural), literalmente canción, como denominación de la canción culta o composición a una o varias voces, con acompañamiento instrumental, generalmente pianístico; el origen de este vocablo lo hallamos en un breve poema medieval alemán: daz Liet.
Existen precedentes del género en los inicios del Barroco musical, pudiendo señalarse a Heinrich Albert (1604-1651). Posteriores compositores barrocos transformaron la canción popular (Volkslied) en culta (Kunstlied), caso de Carl Philipp Enmanuel Bach (1714-1788), hijo del gran Johann Sebastian, o de Christian Gottfried Krause (1719-1770). Sin embargo, la verdadera evolución del Lied, sin calificativos, comienza en la época clásica y culmina en la romántica.
Los grandes clásicos, Haydn, Mozart y Beethoven, dejaron muestras de su talento creador en el género del Lied, el primero con acompañamiento de cámara y los otros dos de piano. Los Lieder de Joseph Haydn (1732-1809), próximos a la cincuentena, están en su mayor parte agrupados en colecciones y escritos sobre textos alemanes. El menor legado de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), entregado a la consecución de obras operísticas, se acrecienta con algunas arias de sus últimas óperas que tienen características del Lied. En cambio Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue bastante prolífico; además de componer 86 canciones para voz y piano, este creador único realizó alrededor de 200 arreglos de cantos populares, sobre todo de Escocia, Irlanda y Gales. Fue también el primero en agrupar los Lieder en ciclos o “Liederkrais”.
En el Clasicismo germánico quedaron establecidos los principios para que el Romanticismo que habría de venir los aprovechase y, justamente, pudiese ser considerado la edad dorada del Lied.
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Este escrito forma parte de un artículo publicado en Filomúsica (revista de música culta):
Historia de Lied. Origen y esplendor
Historia del Lied. La obsesión poética
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