ACTO I
ESCENA NOVENA
FELICIA, Dr. GAMIR, SONIA
Llaman a la puerta de la casa de DON RAIMUNDO; son las seis y media de la tarde. Es el Dr. GAMIR, que llega bastante sudoroso. Le abre FELICIA, que ya ha tomado el necesario descanso reconfortante, y entra al recibidor, separado por un tabique con una puerta próxima a la habitación de SONIA.
Dr. GAMIR. (Algo jadeante.) Perdone que llegue así, tan de repente, doña Felicia. He venido apurado, por eso estoy algo agitado.
FELICIA. Hola don Gustavo. No se preocupe. Usted siempre es bien recibido en esta casa. Supongo que espera por Sonia, ¿no?
Dr. GAMIR. Sí, Felicia. La he llamado varias veces, pero tiene el teléfono móvil desconectado. Por eso he venido, temiendo que le sucediese algo malo.
FELICIA. No le pasa nada; sólo estuvo un poco malhumorada con su padre durante la comida. Ya conoce usted a Raimundo; no hay quien le lleve la contraria. Después de comer, yo me he echado una siestecita, y desde entonces no he visto a Sonia. Pero ahora mismo la aviso. (Llama a voces por SONIA, que está en su cuarto.)
SONIA. (A distancia.) Ven a mi cuarto, tía, que quiero hablarte.
ESCENA DÉCIMA
FELICIA, SONIA
En el cuarto de SONIA.
SONIA. Dile a Gustavo que me encuentro mal y que no me apetece salir.
FELICIA. Pero… eso es mentira.
SONIA. Es verdad tía, no me encuentro bien.
FELICIA. Pues nadie mejor que un médico para verte. Gustavo es un buen profesional; y además, en contra de lo que diga tu padre, muy buen chico.
SONIA. No me afecta ningún mal físico. No tengo fiebre, ni me duele nada. En realidad… (Mirando la pantalla de su teléfono móvil.) Es que estoy desganada.
FELICIA. (Con semblante de sospecha.) Habéis reñido, ¿verdad? Tal vez por culpa de esa chica, la alumna de Gustavo. ¿Es ése el motivo?... Seguro que sí, ya veo que no niegas. Pero bueno, no debo entrometerme, no son cosas mías. A fin de cuentas, no soy tu madre. Y cada vez que quiero hacer el papel de consejera, salgo escocida.
SONIA. ¡Ay, déjalo, tía Felicia! Hablaré con él. (Sale y FELICIA se queda.)
ESCENA UNDÉCIMA
FELICIA, Dr. GAMIR
SONIA llega al encuentro de su novio, que aguardaba en el recibidor.
SONIA. ¡Hola, Gustavo! Esta tarde no me apetece salir. Estoy un poco cansada.
Dr. GAMIR. No lo entiendo, Sonia. Esta mañana estabas perfectamente. No te quejabas de nada. ¿No habrá sido por…? (Calla para que nadie se entere.)
SONIA. (Sabiendo perfectamente que se refiere a CRISTINA, la estudiante de medicina en prácticas.) No, no ha sido por eso.
Dr. GAMIR. ¿Entonces? ¿No quiere tu padre que salgas conmigo?
SONIA. Mi padre no tiene nada que ver en esto. Él no dispone de mi voluntad. No hay una razón concreta, de verdad, pero hoy no me apetece salir.
Dr. GAMIR. Pues no lo entiendo, chica. Si no hay ninguna razón, he de entender que es por capricho. Pero no voy a insistir. Si estás fingiendo, allá tú. ¡Hasta luego!
GUSTAVO se marcha en retirada, bastante enrabietado, pensando que no entiende a SONIA, que todas las mujeres son difíciles de entender, que ellas dirán lo mismo de los hombres, y va silbando forzadamente una melodía para disimular su ánimo, descartando definitivamente los planes del fin de semana.
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(Fin del acto I. Continuará con el inicio del acto II)
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