martes, 3 de marzo de 2009

Esclavos de los chequeos


La lectura de un artículo en otro blog sobre quimioprevención del cáncer de próstata, me hace reflexionar sobre exámenes de salud, cribados y machaconas recomendaciones que acaban inquietando a la población. Revisiones para la mujer, para el hombre, para el adulto, para el niño, para el anciano. Revisiones para todos… y todas. Aun contraviniendo las directrices de expertos y organizaciones científicas que desaconsejan las pruebas innecesarias o inconvenientes. Flaco favor les estamos haciendo a los ciudadanos cuando, sin necesidad, provocamos preocupación en vez de alivio.

Sobre los medios de comunicación hay mucho que decir.

Me viene a la mente la carta de una lectora de un periódico gratuito; en ella se quejaba de que un programa televisivo de gran audiencia había convertido a su abuela en hipocondriaca tardía. Porque son tantas las enfermedades que acechan, tantos los peligros que se ciernen sobre nuestro cuerpo, que parece imposible librarse de la red de dolencias. A través de los medios nos inducen a revisiones anuales por aparatos y a realizar analíticas. Mamas, próstata, riñones, estómago, hígado, huesos, corazón, pulmones, ojos, oídos, piel, lípidos… Necesitamos una agenda expresa para recordar un programa tan apretado.

Las Unidades de Chequeos (privadas) nos proponen exploraciones sistemáticas, aduciendo razones de prevención y anunciando la detección de patologías en el 90% de personas evaluadas. ¿Bueno o malo? Todo es relativo y todo tiene su límite. El exceso, la locura del chequeo, de igual modo que la obsesión por la imagen, acabará produciendo mayor desasosiego en una sociedad sobradamente estresada. Además, las epidemias de temor artificialmente engendradas convierten a individuos normales en demandantes compulsivos de servicios; indirectamente, incrementan las listas de espera de consulta especializada y, como el que espera desespera, acarrean colapsos en los servicios de urgencias y demandas forzadas en los centros de atención primaria.

¿A dónde hemos llegado? A ser esclavos de los chequeos.

Lo que primero fueron moderadas recomendaciones han devenido en casi mandatos. Y lo que ayer fue uso de los servicios es hoy mero consumismo, claramente interesado por los vendedores de servicios, imposible de frenar por los responsables sanitarios. Conseguido el objetivo por quienes desean una población imaginariamente enferma en lo físico –y realmente enferma en lo psíquico–, mientras se hace imposible aquel otro loable de racionalizar el gasto sanitario público y lograr un uso adecuado de los servicios sanitarios que se brindan a los ciudadanos. Algo habrá que hacer para mantener, e incluso mejorar, lo que tenemos.

Por supuesto que las revisiones, los controles y el seguimiento son aconsejables en determinados pacientes. Y que la detección de problemas está indicada en grupos de riesgo o cuando hay razones fundadas. Pero es absurdo pretender buscarlo todo en todos. Estando en juego la sostenibilidad del sistema sanitario, el sentido común obliga a dar un giro y a replantearse qué sociedad queremos realmente. Si una saludable que a veces enferma u otra permanentemente doliente.

Enlace humorístico:
Chequeo médico de Martín Fierro

Si sos un tipo feliz
sin temores y sin miedos,
no se te ocurra jamás
dejarte hacer un chequeo,
porque te vas a enterar,
sin siquiera suponerlo,
que estás en las diez de últimas
aunque te cueste creerlo.

Al parecer, el gran pianista Emil Giles falleció durante un chequeo médico. Recordémoslo interpretando a Mozart.

***
Adenda. Al hablar de chequeos entramos de algún modo en el campo de la medicina predictiva, con la implicación de medidas preventivas de enfermedad.

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