El mundo de las setas es de una diversidad inabarcable. Hay setas típicas y atípicas: con forma característica de paraguas y de otras formas (globulosas o caprichosas). Algunas frecuentes son bien conocidas de los aficionados a este mundo e incluso del público en general. Y con el fin de recordar ciertas características diferenciadoras, he realizado breves descripciones, o resaltado particularidades, aprovechándome del haiku como forma poética. Cada descripción individual va precedida de la correspondiente imagen, con el nombre de la seta, científico y común. Tómese desde luego como divertimento, no como detallada precisión científica.
Muy buena ilustración. Explica la curva de rendimiento laboral (‘productividad’) de los médicos de atención primaria en relación a la presión asistencial, al número de pacientes que debe atender cada uno en su jornada laboral, además de la repercusión en su salud. A mayor carga asistencial, menor rendimiento laboral de los médicos de familia y mayor afectación de su salud mental, o más bien psicosomática, hasta el empeoramiento extremo que supone el síndrome del quemado (bournout). Es una relación evidente. Consecuencia de la aplicación del taylorismo en la gestión clínica, estableciendo tiempos máximos para cada paciente –que en general resultan ser mínimos, insuficientes para una atención adecuada–, pretendiendo una mayor productividad (como en una cadena de montaje), olvidándose del factor humano, del productor, que a menudo se ve desbordado, y del objeto de su atención: personas, no coches; personas por cuya seguridad como pacientes hay que velar. Triste realidad que poco o nada parece importarles a los dirigentes sanitarios. Una pena... que aún tiene remedio.
En medicina debe primar la calidad (la mejor atención a las personas) sobre la cantidad (el mayor número de usuarios atendidos), disponiendo del tiempo que cada paciente necesita, sin agendas rígidas, sin cronometraje. Así habrá motivación y satisfacción; de otro modo, insatisfacción y agotamiento.
La intensificación del trabajo y su reducción a tareas repetitivas tienen consecuencias psicológicas y físicas que son cada vez más examinadas por especialistas en salud.
Si no es posible montar una cadena con coches viejos y nuevos, usados e impolutos, de diferentes modelos..., difícilmente podemos defender que atender a un adolescente sano, un anciano con síntomas de demencia, una pareja estéril, o un diabético mal controlado que vive en la calle pueden atenderse de la misma forma. (...) Groopman y Hartzband afirman que no es posible conseguir información clínica precisa, completa, dejando aflorar las preocupaciones del paciente y su propia narrativa en consultas de 15 o 20 minutos (si supieran las nuestras caerían fulminados).
Pensando en una lista de espera, podemos imaginarnos una cola en la que aguardamos nuestro turno. Así lo ilustramos cuando reflexionamos en busca de una solución a las listas de espera. Pero ¿cuáles son las causas de las listas de espera? En primer lugar, cabe pensar en lo que parece más evidente:la demanda sobrepasa a la oferta de servicios de salud, de recursos humanos y/o técnicos (la demanda de los usuarios es mayor que la capacidad resolutiva de los médicos especialistas); o de otro modo: hay mucha demanda asistencial y pocos medios para darle respuesta sin excesiva demora. En la sanidad pública es explicable por su universalidad; en la sanidad privada, no es ése el problema, pues está reservada a quienes puedan pagarla, salvo que consideremos la variable de la concertada, que supone derivación de pacientes quirúrgicos desde la pública, aunque la gestión de la listas de esperas quirúrgicas sean responsabilidad de ésta y aliviada mediante conciertos con hospitales privados. Por otra parte, podemos argüir también como causa el insuficiente rendimiento laboral en los servicios de salud, su escasa productividad, que obedecería a factores humanos, desde un jefe incompetente o irresponsable (o tal vez más interesado en su actividad privada) a otros galenos incumplidores o desmotivados (o también más interesados en su actividad no pública), pasando por otras categorías profesionales (enfermeras, auxiliares) que no tuviesen el rendimiento adecuado. No nos corresponde a nosotros actuar solucionar las listas de espera, pero hemos dado respuestas en la reflexión referida [enlace arriba]. En fin, apelemos a la de los gestores sanitarios y a la responsabilidad de todos los actores del ámbito de la salud. Y alegrémonos ahora con la música...
Apuntes sobre El lago encantado, poema sinfónico de Anatoli Liadov:
Hay una clase especial de obras musicales que tratan de evocar lugares o paisajes mágicos. Claro de Luna, la famosa pieza para piano de Claude Debussy, por ejemplo, hace aparecer ante la mayoría de los oyentes una escena encantada iluminada por la luna; el comienzo del ballet de Maurice Ravel, Daphnis et Chloé, sugiere un mundo pasado donde juegan las ninfas y los sátiros. El lago encantado, el breve poema sinfónico de Anatoli Liadov, es otra composición de este tipo. (...) Liadov abre y cierra la pieza con un susurro silencioso de los instrumentos de cuerda en sordina. Sólo un puñado de motivos distintos completan los materiales de composición a partir de los cuales Liadov crea esta obra: un breve chirrido de las flautas; frases melódicas cortas en delicados ritmos; unas pocas pinceladas de color del arpa, la celesta o la trompa. Son ideas musicales más seductoras que imponentes, y Liadov las combina con armonías ambiguas para crear un luminoso e impresionista paisaje sonoro.
El Lago encantado op. 62 se estrenó en San Petersburgo, el 21 de febrero de 1909 bajo la dirección del compositor. Esta pieza iba destinada a una ópera, Zoryushka, que Liadov nunca acabó, basada en una antigua leyenda eslava.
Su música no transmite narrativa programática, sino que evoca una escena de misterio silencioso y reluciente belleza. La música es notable por su delicadeza y moderación. Pocos compositores de su época, se habrían atrevido a evitar la expresión dramática en favor de la iridiscencia silenciosa tan completamente como lo hace Liadov aquí.
El compositor se refirió a El lago encantado (1908) como un "cuadro de fábula", y fue su favorita entre sus composiciones: "Qué pintoresco es", escribió a un amigo, "qué clara es la multitud de estrellas que se ciernen sobre los misterios de las profundidades". No hay ruegos ni quejas; sólo la naturaleza, fría, malévola y fantástica como un cuento de hadas. Uno tiene que sentir el cambio de los colores, el claroscuro, la incesantemente cambiante quietud y la aparente inmovilidad."
La pieza es en efecto una maravilla de serenidad mística...
Anatoli Liádov (1855-1914) recibió la primera formación musical de su padre y la definitiva en el Conservatorio de San Peterburgo, estudiando composición con Nikolái Rimski-Kórsakov. Llegó a ser expulsado de ese convervatorio por faltar a clase, siendo readmitido dos años después, y ya formado fue profesor de composición de ese mismo establecimiento de formación musical. Perteneció al Círculo Beliáyev –junto a Alexander Glazunov y el propio Nikolai Rimski-Kórsakov, que había pertenecido al Grupo de los Cinco. Mussorgsky advirtió su talento y Prokofiev fue alumno suyo. Un pensamiento del compositor: «El arte es el reino de lo inexistente. El arte es un producto, un cuento de hadas, un fantasma. Dame una leyenda, un dragón, un espíritu de agua, un demonio del bosque; dame algo irreal y estoy feliz». Y una anécdota: al parecer Diáguilev, el fundador de los Ballets Rusos, le encargó la partitura de El pájaro de fuego, pero tardaba tanto en comenzar que le hizo el ofrecimiento definitivo a Stravinsky. No escribió obras de gran envergadura, pero fue un maestro de la miniatura; pequeñas piezas para piano y poemas sinfónicos son su mayor legado.
El artículo «Muerte digna en urgencias hospitalarias», nos ha hecho poner el foco en este tema peliagudo, pero de gran interés humano. Quienes hemos vivido este drama, sobre todo por la muerte repentina o súbita de alguna persona cercana, nos hace abrir heridas y buscar alguna reflexión consoladora. Y hemos hallado una sobre la forma de comunicar a los familiares la muerte repentina de un ser querido.
La muerte naturallenta es aquella que obedece a una causa patológica o fisiológica. La muerte súbita es la que sucede en menos de 24 horas de iniciados los síntomas que, de acuerdo a la OMS, es debida en mayor porcentaje a causas cardiacas; y la muerte repentina es aquella que se presenta en un individuo enfermo pero controlado y compensado médicamente, de quien los familiares no esperan su muerte.
Los médicos de emergencia con frecuencia se ven en la obligación de comunicar la muerte a los familiares. El profesional no ha sido preparado para estos eventos, y si lo hace es porque lo aprendió solo y con el tiempo. Hay protocolos nacionales y extranjeros sobre cómo dar malas noticias y cómo comunicar la muerte; pero, ninguno trata de muerte repentina [ni súbita]. Se hace una propuesta de guía de 13 pasos para comunicar a familiares de la muerte repentina.
La actitud del médico de emergencia debe ser comprensiva con la familia, transmitiendo el pesar por la muerte del paciente. El lenguaje debe ser claro y preciso, usando un tono de voz suave; el contacto humano, un abrazo o un apretón de manos o una mano encima del hombro es importante y valorado de forma especial por la familia.
La muerte inesperada de un ser querido es la más dolorosa para los allegados al difunto, porque no tienen en mente que ya le ha llegado la hora de morir (o no esperan un desgraciado desenlace por causa de una fatalidad o un error). En su memoria quedarán los mejores recuerdos de quien se ha ido, y tal vez algunos hallen consuelo en poemas o en sonoridades sobre la muerte.
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
Gabriel García Márquez
Soy un mayor, lo que significa que recibo múltiples presiones imperativas, tanto latentes como manifiestas, para ser alojado en el espacio social asignado para los que salen de la gran sociedad. También un extraño, en tanto que me inscribo en la retaguardia digital. Sigo saliendo al espacio público sin móvil, lo que me otorga la condición de incomprensible para las legiones smartphonizadas. Y no acompañado, lo que suscita en las profesiones de la salud y los servicios sociales un incremento de presiones para ser controlado, inspeccionado y dirigido, de modo que se recorte mi autonomía y crezca mi dependencia, en la perspectiva de la siguiente fase, que es la del encierro final en una institución de custodia de rostro humano, pero que conserva el ADN del asilo. Así se conforma la última versión de un nuevo MENA, que comparte con la originaria de los menores el atributo del encierro y la expulsión de la gran sociedad.
Es el autorreconocimiento del sociólogo Juan Irigoyen como «nuevo MENA», en una sociedad que excluye a los viejos y abusa o se aprovecha de ellos, en su supuesta condición de seres desvalidos que no pueden defenderse. Maldito edadismo... En este fragmento de un artículo editado en su blog Tránsitos intrusos, con fecha 1 de febrero de 2024, manifiesta su sentir el autor, que falleció cuatro meses después, el 31 de mayo, a los 75 años de edad. Sólo tres días antes, había editado su último artículo, tanto o más amargo: «Ochocientos: en el invierno biográfico». Sobre su figura, profesional y humana, escribió Juan Gérvas una sentida semblanza: «Murió Juan Irigoyen...; y Sergio Minué hizo un particular retrato de su personalidad: «In memoriam: Juan Irigoyen, un hombre libre». D. E. P.
Cronicidad: la mirada desde el interior – Juan Irigoyen
La más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, y esperan ver los venideros. Cervantes, «el manco de Lepanto»
LEPANTO
La Liga Santa
y el Otomano Imperio
se enfrentaron.
Millares de hombres.
Turcos contra cristianos.
Naves de remo.
En aguas jónicas
perdieron musulmanes
naval combate.
Cambió la historia
batalla de Lepanto
que vio Cervantes.
[2024, 28 ago.]
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Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571): enfrentamiento naval entre musulmanes otomanos (Imperio Otomano) y cristianos católicos (Liga Santa), acaecida cerca de la ciudad de Lepanto (Naupacto), en el golfo de Patras, mar Jónico. El Imperio Otomano (o Turco) había conquistado los territorios del antiguo Imperio Bizantino y pretendía tener el control total del mar Mediterráneo y los territorios aledaños. La Liga Santa, alianza católica y militar conformada por la monarquía hispánica, los Estados pontificios, Venecia, la orden de Malta, Génova y el ducado de Saboya (países que se veían amenazados), quería frenar la expansión otomana. Resultaron victoriosos los católicos, liderados por Juan de Austria, sobre los otomanos, comandados por Alí Bajá. En la batalla de Lepanto, una de las confrontaciones navales más importantes de la historia (entre naves de remo, la mayoría galeras), participó el ilustre escritor Miguel de Cervantes; en ella perdió la movilidad de su mano izquierda, por lo cual recibió el sobrenombre de «manco de Lepanto». [Wiki]
Atravesando la ría de Vigo en barco comprobé, una vez más, que la ansiedad social está en todas partes. Antes de que el barco realizase la maniobra de atraque, ya se apelotonaba gente en la puerta de salida. ¡Qué angustia! Recordé a usuarios de la sanidad pública que se apoyaban en la puerta de mi consulta antes de que les llegase su turno. Y pensé en aquel consejo de vivir más despacio. Qué falta de tranquilidad, qué estrés y qué necesidad de sosiego tenemos. Porque la impaciencia nos devora en este mundo acelerado, aun disfrutando de paz, sin estar en medio de un conflicto armado. Tenemos tantas cosas que hacer, o la cabeza en tantos sitios a la vez, que no disfrutamos del momento que estamos viviendo. Sufrimos como si estuviésemos en permanente peligro, en amenaza continua o en una guerra sin fin. Y en este modo apresurado de vida está la causa de los principales trastornos psíquicos, en forma de ansiedad y/o depresión de diversa intensidad, que se tratan con psicofármacos en lugar de atacar las causas sociales. También de trastornos orgánicos, en especial cardiovasculares, por el influjo general del sistema nervioso. Nuestra salud se ve condicionada por un modo de vida que no encuentra reposo. Por eso nos conviene evitar el agobio e ir hacia la calma, incluso en el ámbito de la salud, promoviendo una medicina sin prisa. Respiremos profunda y lentamente...
Paz del bosque Op. 71 n.º 4 de Piezas líricas de Grieg
A esta bellísima pieza lírica para piano de Edvard Grieg, que tanto me seduce, he intentado añadirle una letra que la música me inspiraba, ajustándome siempre a su cadencia. Cerrando los ojos y viendo con la melodía, tan hipnótica, fueron fluyendo los versos de un poema con la humilde osadía de convertirla en canción.
LA PAZ DEL BOSQUE
Paz, paz,
estando aquí, estando aquí…
Por la mañana brinda un olor
que me alimenta y se queda en mí;
en el ocaso tiene un bello color
que hace sentirme calmo y feliz.
Entre los árboles soñando voy,
bajo sus ramas yo querría vivir;
pues me acaricia el blando mirar
y la dureza me hace hoy resistir.
Teniendo el alma de soñador
temo a la vida mucho más que a morir;
por donde voy, por donde voy
sé que habrá algún lugar para el fin,
algún lugar, algún lugar, algún lugar,
algún lugar, algún lugar para mi fin.
Paz, paz,
estando aquí, estando aquí…
En este bosque mi palpitar
se une a las aves de cantar afín;
en la natura con el dulce trinar
asciende al cielo mi hondo latir.
Algo más bello no puede haber
que una floresta que haga sentir;
y se estremece mi corazón
pensando que alguien la pueda herir.
Teniendo el alma de soñador
temo a la vida más que a morir;
pero es este lugar
el mejor para el fin.
[2024, 26 sep.]
Nota. Otra interpretación que consideré de la pieza lírica AQUÍ.