La desconfianza es una señal de debilidad. Indira Gandhi
El visado –u “homologación”– de recetas, es una de las actividades sanitarias inútiles que soporta el médico, mayormente el médico de atención primaria, que se ve obligado (salvo que quiera complicarse la vida) a emitir continuamente informes sobre fármacos y artículos sanitarios que a menudo son prescritos por especialistas hospitalarios. Un gran inconveniente... ¿Por qué? Porque roba mucho tiempo y crispa a ese actor de la salud; no sólo por el trámite burocrático que supone, sobre todo porque el galeno siente que se les cuestiona su prescripción.
Todo el sistema parece basado en la desconfianza... y en la falta de transparencia.
Y sobre el visado de medicamentos, nos preguntamos: ¿Por qué se financian nuevos fármacos (mucho más costosos y a veces sin ventajas evidentes) y luego se cuestiona su prescripción imponiendo visados? ¿Es por interés o por estupidez?
Necesitamos respuestas claras, y preguntamos a golpe de timbal...
[Orchestral Excerpts Timpani sheet - BEETHOVEN 5 Symphony: Allegro]
Buscando una clara definición de profesión de riesgo, que no hallamos, a tenor de varias lecturas, podemos decir que es cualquier actividad profesional que implica elevado riesgo de enfermedad*, lesión* o incluso de muerte para el trabajador que la desempeña. Y viendo el listado de profesiones de riesgo en el mundo y las profesiones de riesgo en España (de las que están excluidos cuerpos de seguridad: Guardia Civil y Policía Nacional), susceptibles de compensaciones o beneficios (entre ellos la jubilación anticipada), nos preguntamos si se deberían incluir a otros profesionales, por ejemplo médicos. El debate está abierto.
Y traemos algunas consideraciones al respecto.
Hay trabajos que suponen un riesgo evidente para la salud de quienes los desempeñan. Por norma general, este riesgo atañe a la salud física y en muchas ocasiones la vida de los empleados se pone en juego. [Profesiones de riesgo –Mapfre]
Las profesiones de riesgo en España incluyen trabajos que presentan altos índices de morbilidad o mortalidad debido a su peligrosidad, toxicidad o condiciones insalubres.
La medicina es una profesión que implica un alto grado de riesgo debido a la exposición a agentes biológicos, agentes físicos, agentes químicos, riesgo ergonómico y psicosocial. Sin embargo, en España, aún no ha sido oficialmente reconocida como una profesión de riesgo. [La Medicina es una profesión de riesgo –AMYTS]
Cada vez hay más médicos con problemas de salud mental: una profesión de riesgo. [El Economista]
Si bien la medicina no es en principio profesión de alto riesgo para el profesional que la ejerce (podría serlo para los pacientes que tratan: hay intervenciones médicas o quirúrgicas de alto riesgo), por estar sometido a exposiciones potencialmente dañinas –y en los últimos tiempos también a agresiones –, que pueden menoscabar su salud, cabría considerarla profesión de riesgo.
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*riesgo de enfermedad orgánica (física) o mental (psíquica).
**Las lesiones se producen a consecuencia de accidentes laborales, que pueden ser traumáticos (caída, atrapamiento...) o no traumáticos (infarto, derrame cerebral).
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Pero valga el humor para aligerar esta entrada tan seria...
Batalla de Villalar (1877), Manuel Picolo López [Rendición de los líderes comuneros]
ROMANCE DE LOS COMUNEROS
Por libertad o intereses
luchaban los comuneros
contra el nuevo soberano
llegado del extranjero
para reinar en España
como rey Carlos Primero.
Y éste no iba a permitir
que lo echasen de su reino.
Vencidos en Villalar,
en batalla en campo abierto,
se ejecutó a los tres líderes
del feroz levantamiento:
dos Juanes, Padilla y Bravo,
y Maldonado, el tercero.
(Un cuadro pintó Gisbert
que nos deja boquiabiertos.)
Y la viuda de Padilla,
de nombre María Pacheco
–la «Leona de Castilla»–,
tomó enseguida el relevo
en nombre de su marido,
que en vano no había muerto.
Luchó como una felina
parapetada en Toledo;
derrotada, huyó a Oporto,
donde dio su último aliento.
Y, pues, los sueños terminan,
pronto terminó su sueño.
[2024, 17 jun.]
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La Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522) fue el levantamiento armado de los llamados comuneros, acaecido Castilla a comienzos del reinado de Carlos I. El escenario, ciudades del interior de la meseta Central: Segovia, Toledo y Valladolid. El movimiento comunero, opuesto a los realistas, se inicia en 1917 con la llegada a España del rey Carlos I, y estaba liderado por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Derrotados los comuneros en la batalla de Villalar (1521), sus tres cabecillas fueron ejecutados. María Pacheco, la viuda de Padilla, enarboló la bandera de su marido, hasta ser igualmente derrotada; fue condenada a muerte, pero consiguió huir y se exilió en Portugal, donde falleció en 1531.
La situación en Castilla se había hecho cada vez más inestable tras la llegada al trono de Carlos I en 1518. Llegó rodeado de consejeros forasteros y exigiendo nuevas cargas fiscales que exacerbaron el conflicto sobre todo entre grupos sociales que debían hacer frente a la subida de los impuestos y que se veían desplazados de los cargos importantes en la Corte. La elección de Carlos como emperador provocó la exigencia de un nuevo servicio a las ciudades que se aprobó en las Cortes de la Coruña en marzo de 1520, lo cual avivó el conflicto que se saldó en Segovia con el asesinato de Rodrigo de Tordesillas, procurador que había aceptado las nuevas cargas fiscales.
En 1518, hace más de 500 años, tuvo lugar el juramento de Carlos I como rey de Castilla y León en las Cortes que se celebraron en el Colegio de San Gregorio de Valladolid.
Una vez que finalizó la ceremonia, los procuradores dirigieron al monarca 88 peticiones, entre ellas su rechazo a contribuir económicamente al plan del rey de ser nombrado emperador del Sacro Imperio Germánico -como Carlos V-, así como su negativa a que la Corona extrajera metales preciosos y utilizara fondos dinerarios o caballos en proyectos reales fuera de Castilla y León.
Tenía sus orígenes en la nobleza castellana; hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, I marqués de Mondéjar y II conde de Tendilla, y de Francisca Pacheco, hija a su vez de Juan Pacheco, I marqués de Villena. Curiosamente se la ha conocido por el apellido de su madre, Pacheco, en lugar de por el de su padre. Apodada por el pueblo castellano como la “leona de Castilla”, se erigió en la principal dirigente del bando comunero, atrincherándose en la ciudad de Toledo, última en caer en manos realistas, durante seis meses. Murió en Oporto.
Epitafio de María Pacheco (La leona de Castilla, El último comunero)
El poeta y diplomático Diego Hurtado de Mendoza, escribió el epitafio de su hermana, que falleció en Oporto, sin obtener el perdón de Carlos I, a pesar de la intercesión de este hermano, que era embajador del rey, y de otro hermano, Luis, que también desempeñaba cargos políticos.
Traemos al blog la novela 2028 de Pablo López Gómez, autor de relatos, ensayos y novelas, además de responsable del blog «La garita del Guachimán», y a quien ya nos referimos en este blog comentando su novela La república mejor. Una novela con un título numérico, de un año concreto, que nos recuerda la famosa novela de George Orwell, con la cual tiene relación al coincidir con su ficción distópica.
A continuación reproduzco su sinopsis.
Año 2028. En España se ha impuesto la Tercera República, la República Federal Hispánica, según su denominación oficial. En medio de fuertes tensiones y de una grave crisis económica y política, el país ha abordado el proceso para transformarse en un Estado plurinacional. Un detective no muy remilgado nos cuenta los casos que investiga -desde robos de motos hasta asesinatos-, en el marco de una España ruinosa, caótica y conflictiva.
Y seguidamente, mi impresión después de leerla.
La novela mantiene un ritmo que engancha desde el principio, con un tono sórdido, episodios esperpénticos –algunos casi kafkianos– y pinceladas humorísticas que distienden al lector en los pasajes más agobiantes. En su línea argumental se muestra una realidad social de decadencia y de violencia, vista por un detective que investiga casos criminales, en paralelo con una deriva autoritaria del Estado. Sus páginas están impregnadas de drama social: paro, precariedad laboral, pobreza, miseria e inseguridad –con la policía desbordada–; y de política indeseable, que promueve la confrontación, que hace cesiones territoriales –por estrategia clientelar que anuncia la fragmentación estatal–, que usa la mentira como arma, que deja que la corrupción se expanda. La novela, reflejo de la actualidad, aborda la problemática delictiva: okupación, tráfico de mujeres (antigua trata de blancas) o explotación sexual, atracos, violaciones, asesinatos… violencia en general, sin que falte el robo no violento y la picaresca. Se señala el declive educativo y cultural: el disparate de la legislación educativa, la politización de la universidad (tomada por la ‘progresía’), la negación de la historia, el wokismo o la locura colectiva... Y, sobre todo, enfoca la creciente problemática política: independentismo, separatismo, supremacismo, fanatismo –con delirio ideológico y odio interregional–... hacia un totalitarismo o dictadura de facto: la distópica República destructiva. Pero, por supuesto, no diremos aquí cuál es su desenlace.
En fin, me parece una estupenda obra narrativa, y muy entretenida. Una gloriosa novela distópica, policíaca y política. ¡No dejen de leerla!
Y como la novela tiene un sabor madrileño, además de un simpático episodio zarzuelístico en su final, para acompañarla musicalmente nada mejor que el espléndido preludio de La Gran Vía, zarzuela de Federico Chueca.
No creo que haya un preludio de zarzuela más brillante que el de «La Gran Vía» de Federico Chueca. Toda la gracia, toda la chispa madrileña está en ella, con un toque nostálgico delicioso.
¿Es lo mismo «estar mal» que «estar enfermo»? Esta pregunta sencilla tiene una respuesta simple: es lo mismo; no hay diferencia entre las dos expresiones, aunque se puede aducir que hay diferencias de matiz entre ambas. Con los niños pequeños es habitual el uso de los diminutivos para suavizar la situación de malestar o enfermedad: «estar malito» o «estar enfermito». Por otra parte, uno puede estar enfermo sin sentirse mal, por no presentar síntomas demasiado molestos o tener cierta capacidad de ‘control’, procurando no exteriorizarlos. (También al revés, por supuesto: uno puede sentirse mal sin estar enfermo.) Al hilo de esto, podemos sentir un malestar general, una sensación de molestia generalizada, y comunicarlo, con mayor o menor queja –hasta de manera histérica–, o no comunicarlo en absoluto, ni siquiera con gestos. Aquí ya entran en juego la personalidad de cada cual y la formación adquirida.
Y sobre la educación de los niños pequeños, he hallado una actividad para el desarrollo de competencias en conocimiento e interacción con el mundo físico, así como autonomía e iniciativa personal: «Estoy malito/a». Son tres los objetivos que persigue esta actividad: 1) incorporar actitudes favorables hacia el cuidado de la salud, 2) eliminar sentimientos negativos de temor y ansiedad hacia la figura del médico y 3) adquirir conocimientos precisos sobre la utilidad de las medicinas y los riesgos
del uso inadecuado. Me parece muy interesante. Los niños bien formados habrán de ser adultos bien capacitados, más autónomos y menos quejicas.
Finalizamos melódicamente, con la canción infantil que habla del burro enfermo...
Durante meses, acompañé a mi padre cada vez que ingresó en el hospital, y estuve a su lado en las duras sesiones de quimioterapia. Aprendí entonces que si uno de los cimientos de cualquier sociedad es la educación y el esfuerzo que a ella se dedica, en su red sanitaria reside el corazón mismo de los sentimientos de aprecio y respeto hacia los demás. Ese cuidado es la clave de un baremo que se ignora en los informes a pesar de su enorme trascendencia, ya que certifica no sólo la salud de los miembros de una comunidad, sino también, y en idéntica medida, la propia salud de los valores que la dignifican.
El cuidado de la salud de los demás precisa, además de conocimiento, sensibilidad. Lo dice bien Diego, con la misma delicadeza con la que toca el piano.
Caminando en la niebla, Manuel Carra – Diego Fernández Magdaleno
La medicina es como profesión excelsa, pero como ciencia humildísima, y hay que aceptar esta insuficiencia y esta humildad en gracia a esta excelsitud.
Gregorio Marañón
La medicina tiene sus limitaciones, y su limitación máxima es impedir el envejecimiento progresivo y la mortalidad humana...
La medicina ha triunfado en los tiempos modernos, transformando los peligros del parto, las lesiones y las enfermedades de angustiosos a manejables. Pero cuando se trata de las realidades ineludibles del envejecimiento y la muerte, lo que la medicina puede hacer a menudo va en contra de lo que debería.
(...) Los asilos de ancianos, dedicados sobre todo a la seguridad, se enfrentan a los residentes por los alimentos que se les permite comer y las decisiones que se les permite tomar. Los médicos, incómodos al hablar de las ansiedades de los pacientes sobre la muerte, recurren a falsas esperanzas y tratamientos que en realidad acortan las vidas en lugar de mejorarlas.
Atul Gawande, un cirujano en ejercicio, ha revelado sin miedo las dificultades de su profesión. Ahora examina sus limitaciones y fracasos más importantes (en su propia práctica y en la de otros) a medida que la vida se acerca a su fin. Y descubre cómo podemos hacerlo mejor.
Las dificultades de la profesión que señala el Dr. Gawande aconsejan que el médico tenga humildad, la que propugnaba el Dr. Gregorio Marañón y a la que ya se había referido el Dr. William Osler, que junto a la honestidad, humanidad y humor configuran sus «4H», necesarias para el buen ejercicio de la medicina, en el que la buena relación médico-paciente es esencial. A ellas nos referimos al hablar de las limitaciones de la medicina, que obligan a adoptar esos principios; humildad (frente a soberbia), sabiendo de nuestra mortalidad, que no somos infalibles, que cada paciente es único y que no hay verdades rotundas; honestidad, aceptando los principios éticos que conducen a obrar en conciencia y con justicia; humanidad, haciéndonos cargo de las personas que sufren, mostrándonos empáticos y compasivos; y humor, porque es terapéutico, para el paciente y para el propio médico. Y hemos de hablar de la muerte con naturalidad, sin que sea tabú, reconociendo nuestra perecedera existencia de seres mortales. Así que bienvenidos los libros que enfocan la vida humana con su deterioro inevitable hacia una muerte segura, considerando la mejor manera de atender a los ancianos, favoreciendo que tengan una vejez saludable y una muerte digna en la medida de lo posible. En este blog ya hemos girado mucho alrededor de la vejez...
Coda del Cisne Negro, pas de deux en Act III – El lago de los cisnes, Tchaikovsky
The 2025 New Year's Concert was held at the Golden Hall of the Vienna Musikverein, broadcast to over 90 countries, and watched by millions of viewers worldwide.
«Los años nuevos vienen, los años viejos se van...». Hoy se acaba el año y mañana comienza otro nuevo. Como siempre, con lo bueno y con lo malo en diferente proporción. Y hallo la mejor definición de los contrastes de la vida –en un ciclo que se repite– en el poema «El año» (The Year) de Ella Wheeler Wilcox.
¿Qué se puede decir en las rimas de Año Nuevo,
que no se haya dicho mil veces?
Los años nuevos vienen, los años viejos se van,
sabemos que soñamos, soñamos que sabemos.
Nos levantamos riendo con la luz,
nos acostamos llorando con la noche.
Abrazamos el mundo hasta que nos pica,
entonces lo maldecimos y suspiramos por alas.
Vivimos, amamos, cortejamos, nos casamos,
enguirnaldamos a nuestras novias, amortajamos a nuestros muertos.
Dice este precioso villancico del siglo XVI, conservado en el Cancionero de Uppsala,que no debemos dormir la Noche Santa. Se creía anónimo, pero el autor de la letra es el poeta renacentista Fray Ambrosio Montesino, y la música la puso el compositor Bartomeu Cárceres, vinculado a la corte valenciana del virrey Fernando de Aragón. Su forma es como la del zéjel (canción) andalusí que lo precedió: se inicia con un estribillo, continúa con una estrofa que tiene tres versos monorrimos (mudanza) y un último verso llamado vuelta y, al final, se repite el estribillo. La música, dulce y serena, envuelve apropiadamente el poema.
No la devemos dormir
la noche sancta.
¡No la devemos dormir!
La Virgen a solas piensa
que hará,
quando al Rey de luz inmensa
parirá,
si de su divina esencia
temblará.
¿O que le podrá dezir?
No la devemos dormir
la noche sancta.
¡No la devemos dormir!
No la devemos dormir, Fray Ambrosio Montesino/Bartolomeu Cáceres