martes, 22 de julio de 2025

Lo que vale un médico


La medicina, en España, se ha convertido en una profesión de desgaste. La vocación, aunque poderosa, no es infinita y se agota cuando no hay reconocimiento y se rompe cuando no hay esperanza de mejora.
Javier Quintero

La profesión médica exige unas cualidades y una entrega personales difíciles de medir con números. Y del mismo modo que el necio confunde valor con precio, podríamos decir que el valor del médico se puede confundir con sus notas o calificaciones estudiantiles. De esto y de la medicina como carrera de obstáculos trata el artículo «Cuando la sanidad cada vez cuesta más, pero el médico vale menos», del psiquiatra Javier Quintero. Valgan algunos extractos significativos.
Ser médico se ha convertido en un acto casi heroico. No solo porque exige una entrega personal absoluta, sino porque el sistema parece diseñado para poner obstáculos en cada etapa del camino.
El acceso a la carrera de Medicina exige unas notas de corte absurdamente altas.  Reducimos el acceso a una profesión profundamente humana, a una cuestión exclusivamente numérica. 
Una vez dentro, el estudiante se enfrenta a una carrera universitaria de seis años, exigente, técnica y compleja, que le va a requerir largas horas de estudio. 
La presión no cesa, y se instala el miedo al MIR, ese examen que determinará no solo el acceso a la especialidad, sino también dónde vivirá, qué hará durante los siguientes cinco años y, en buena medida, el futuro profesional. 
La residencia es otra etapa de altísima exigencia, con la falsa promesa de un futuro mejor. El residente no es un estudiante, sino un médico en formación que asume responsabilidades, atiende pacientes... Sin embargo, sus condiciones salariales…
Tras los cinco años de residencia, el médico se convierte en “facultativo especialista”, accediendo con suerte a una plaza interina en el sistema público de salud. 
El artículo habla también del borrador de un nuevo Estatuto Marco (general para todos los profesionales sanitarios, no específico para los médicos), que no resuelve los problemas estructurales y, para colmo, introduce nuevas limitaciones administrativas y agrava la rigidez del sistema. De modo que no sorprende la emigración de cada vez más médicos españoles a países donde son valorados. Y concluye que la medicina no puede seguir siendo una vocación castigada, porque algún día los enfermos se encontrarán solos, sin nadie que los cure

En fin, un médico necesita muchos años de formación, entra tarde al mercado laboral, le cuesta adquirir una plaza estable en el sistema público de salud y su remuneración en España es ridícula para su categoría profesional y grado de responsabilidad, de modo que no extraña que muchos galenos se vayan al exterior.

Éxodo de médicos españoles

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