miércoles, 13 de julio de 2011

Apreciación de las sinfonías de Mahler


Para mí, escribir una sinfonía es como construir un mundo.

En una encuesta realizada por el tristemente desaparecido elcuervolopez, gran melómano y mahleriano, sobre las preferencias por alguna de las diez sinfonías de Gustav Mahler (1860-1911), el resultado se saldó con la victoria de la Sinfonía n° 2 “Resurrección”, seguida por la Sinfonía nº 5, la del famoso adagietto. Y como la menos preferida quedó la n° 7, superada incluso por la Décima, inacabada y completada tras la muerte del compositor, cuyo centenario se ha cumplido el 18 de mayo de este año. Para uno de los consultores de elcuervolopez, sin duda la Sinfonía n° 2 es la obra más popular de Mahler y la Quinta la obra más intelectual, o sea la mejor. Otro añade que no sorprende que la subtitulada «Resurrección», de atrayente perfección y belleza, sea la ganadora. “La sinfonía que Mahler propusiera casi como continuación de la Primera «Titán», y naciera del germen de un poema sinfónico que terminó constituyendo el primer movimiento, hipnotiza a propios y extraños”. La misma que encandiló al musicólogo y millonario impresor Gilbert Kaplan y al biógrafo del compositor en español, José Luis Pérez de Arteaga (si bien de éste yo he leído en una entrevista que su sinfonía preferida, de todas las sinfonías y no sólo de las de Mahler, era la Novena). Y el mismo consultor expone:
“Y es que a pesar de confirmar lo que usualmente es considerado un primer período creativo de Mahler, signado por los ciclos de versos Des Knaben Wunderhorn (sobre los que se inspiró para varias composiciones, hasta la Sinfonía nº 4), la Sinfonía nº 2 parece condensar con bastante fidelidad el genio compositivo del músico, con instantes de grave dramatismo (el «Totenfeier» inicial), una música para acompañar las efímeras alegrías de la vida (los movimientos 2 y 3), hasta recapitular reflexivamente (en el imponente Lied «Ulricht», que conforma el cuarto movimiento), y llegar a la salida optimista y a la vez tormentosa final, en el último movimiento, un movimiento que de algún modo es análogo al postrero de la «Titán», pero con voz humana. Para todo ese desarrollo, Mahler pone todo de sí: una instrumentación minuciosa y recargada, temas principales de enorme belleza, y partes cantadas a cargo de solistas (una mezzosoprano o una contralto y una soprano) y de un coro mixto. Es, creo yo, esa riqueza de recursos (que para el caso, tiene también la Sinfonía Nº 3, pero ésa se constituye tradicionalmente como «más difícil» de escuchar, y de interpretar) la que termina conviertiendo a la Sinfonía nº 2 como una de las obras de Mahler que mayores preferencias consigue entre los escuchas. Puede que, como opinamos muchos, haya obras en las que Mahler se muestra aún más elevado (en la Sexta) y más innovador (en la Novena, en el Adagio de la Décima), otras en las que dé muestras incluso más acabadas de su capacidad de instrumentación (como en la Octava), pero es la Segunda la que acaso junto con Das Lied von der Erde, ofrece todo ello con una carga más diáfana de emoción (…) Es junto a la Séptima de Beethoven, la Primera de Brahms, la Cuarta de Bruckner y la Segunda de Sibelius, una de mis cinco sinfonías favoritas de todos los tiempos.”
 
Mahler: Sinfonía nº 2 (Final)
Sheila Armstrong, soprano; Janet Baker, mezzo-soprano; Edinburgh Festival Chorus; London Symphony Orchestra; Leonard Bernstein, conductor
[Vídeo post., por eliminación del previo]

Por cierto, el sinfonista Mahler recibió la influencia de Beethoven, Brahms, Wagner y Bruckner (éste también constructor de sinfonías colosales, de catedrales sonoras), si bien los detractores del compositor (entre otros, Richard Strauss, Sergiu Celevidache y Arturo Toscanini) lo acusan de excesivo, grandilocuente, trivial y disperso.

Dejando al margen las descalificaciones y teniéndose hoy por un digno creador sinfónico, puede que la mayoría tenga razón y que, si no la mejor, la Segunda sinfonía sea la más atrayente. Por su parte, elcuervolopez se queda con la Sexta “Trágica” y la Novena; al parecer la Sexta era también favorita de Alma, la mujer del compositor. Yo coincido con la apreciación del excelso bloguero (¡qué fascinante complejidad la de la Sexta!, ¡qué arrebatador arranque el de la Novena!), aunque cada sinfonía tiene su momento, desde la Primera “Titán” (sorprendente inicio de un milagroso ciclo sinfónico) a la inconclusa Décima, pasando por la Tercera (un himno a la Naturaleza), la engañosamente infantil Cuarta, la poco exitosa Séptima y la desmesurada Octava "De los mil" (precisa una inmensa orquesta, ocho solistas, dos coros mixtos y coro infantil). Sin embargo es comprensible entregarse a los encantos de la Segunda sinfonía, cuyos ecos de su grandioso final todavía resuenan en mis asombrados oídos, esclavos de la magia sonora.

Las sinfonías de Mahler son creaciones densas, de gran hondura psicológica, que nos zarandean emocionalmente, no empalagosas, poco predecibles, con las que el músico pretendía abarcar el mundo. En general no son fáciles en una primera escucha, pero su modernidad constructiva resiste el paso del tiempo. Si nos atrapan, ya no podremos dejarlas.

Mahler: Sinfonía nº 9
Wiener Philharmoniker, Leonard Bernstein
[Vídeo post., por eliminación del previo]
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Mi tiempo llegará. G. Mahler

4 comentarios:

  1. Pues yo lo hubiera tenido difícil para responder a la encuesta de elcuervolopez, amigo José Manuel, porque me gustan todas. Llevo en el coche la colección completa, y las voy escuchando por riguroso orden... Pero, como no me gusta responder eso de "no sabe / no contesta", y el encuestador ni siquiera contemplaba la opción, después de pensar un rato voy a estar con la mayoría, sin que sirva de precedente -lo de estar con la mayoría, digo, no lo de pensar- y me quedo con la Segunda.
    Un mahleriano abrazo, amigo.

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  2. La sinfonía que más ha influenciado a otros compositores es sin duda la 2. El mismo Shostakovich mencionó el gran aprecio que tenía sobre esta sinfonía y sobre "El canto de la tierra". Mahler compuso música tremendamente innovadora, armó estructuras orquestales colosales, de casi ilimitada sonoridad, y por atreverse a tanto, fue víctima de ataques que también tenían tintes antijudíos, como era la norma en aquellos tiempos. Personalmente no me gusta la forma arbitraria de tratar el desarrollo de los temas melódicos en los distintos instrumentos, sus transiciones son un tanto abruptas. Pero no se pude negar, que al igual que el gran Wagner, su música llega a ser por momentos devastadora y avasalladora del alma.

    Respeto a la conducción, mi director de orquesta favorito es Claudio Abbado, su interpretacíón de la segunda sinfonía es un referente imprescidible de este trabajo. Saludos mi estimado amigo.

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  3. Entiendo tu elección, querido Francisco, y supongo que vibrarás también con El canto de la Tierra. Para mí la Novena tiene un algo especial, quizás de despedida, aunque el compositor iniciase una Décima. Desde Beethoven, parece haberse impuesto un límite de nueve sinfonías a los compositores (Schubert, Dvorak, Bruckner, Mahler), hasta la llegada de Shostakovich.
    Otro mahleriano abrazo.

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  4. Interesante información, amigo Tony. No sabía que tu querido Shostakovich apreciase a Mahler, o al menos las dos obras que refieres. Y es que ante tanta crítica vertida hacia su figura por otros músicos (no sé si es verdad que Debussy asistió al estreno de la Segunda sinfonía y que abandonó la sala, horrorizado, tras la conclusión del extenso primer movimiento; lo escuché o leí en alguna parte), uno llega a dudar de su valía como compositor. Supongo que por diferencias en la concepción musical, aparte de la cuestión anti-judía, en drástico un acto de negación de otras tendencias diferentes a las propias. En fin…
    Un saludo fraternal.

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