Es mucho más importante saber qué clase de paciente tiene una enfermedad y no qué clase de enfermedad tiene un paciente. W. Osler
Lo importante en medicina es la persona, por encima de la enfermedad o enfermedades que padezca.
Es indiscutible la conveniencia de tener consideración y cortesía con los pacientes. El médico está obligado a ello, y los demás sanitarios también. En este enlace se recoge lo que apuntaba Pedro Laín Entralgo en un ensayo dedicado a la figura de Gregorio Marañón: «Conviene recordar de cuando en cuando las nociones que a fuerza de consabidas se hallan en riesgo permanente de ser olvidadas». Nada que objetar a las recomendaciones del gran historiador de la medicina. Y desde luego, seguimos asumiendo los postulados del insigne y polifacético doctor Marañón, supremo representante de la hondura de lo humano, quien refiere en sus escritos cómo la cortesía con el enfermo era incluso premiada en otro tiempo, con una buena nota o calificación académica, por algún profesor o catedrático universitario.
Lo malo es que, en esta época de mala educación o descortesía, los buenos modales no priman. Al contrario, y por desgracia, son a menudo vistos por la sociedad postmoderna como algo retrógrado, rancio o desfasado. Quizás sea el modo de vida apresurado: la prisa no parece comulgar con la urbanidad. Lo cual nos obliga a recuperar ese humanismo propugnado por Marañón y manifestado en la comprensión, la generosidad y la tolerancia. Algo tal vez más difícil en la actualidad, trabajando, en general, exclusivamente en un ámbito público masificado y despersonalizado, pues como da a entender Laín Entralgo, antes el médico actuaba en varios ámbitos (“Ante la cama hospitalaria, en la intimidad de su consultorio privado, en el domicilio del paciente o dentro del ámbito semipúblico de una policlínica cualquiera”), y lo hacía en una sociedad diferente, obediente a los dictados paternalistas, menos demandante y menos consumista. Damos por hecho que la medicina estaba centrada en el paciente, no en la enfermedad (no hay enfermedades, sino enfermos), ni en los sistemas, como sucede ahora.
En fin, que los tiempos han cambiado y el esfuerzo se renueva, o se redobla, en un ámbito de la salud muy masificado y extremadamente medicalizado, que no satisface ni a profesionales constreñidos ni a pacientes empoderados.
Y sin entrar en consideraciones ideológicas, viene a cuento una reflexión marañoniana que me parece ilustrativa:
Hay siempre muchos médicos entre los que elegir. Cada enfermo debe elegir el suyo. La socialización de la Medicina facilita hoy esta elección. Pero, una vez elegido, no debe discutírsele, y esto sí que lo ha empeorado la socialización de la Medicina.
Con todos los inconvenientes, hemos de procurar en lo posible una medicina centrada en el paciente. A pesar de la preponderancia de los sistemas favorecida por los gestores, de la masificación de las consultas, de las limitaciones en el desarrollo profesional y del controvertible empoderamiento del paciente (frente a un paternalismo médico indeseable). ¡Procuremos una medicina humana, comprensiva, generosa y tolerante! Amén.
A veces es bueno escuchar los sonidos del silencio...
A veces es bueno escuchar los sonidos del silencio...
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En el pecado lleva la penitencia. Refrán
ADENDA OPORTUNA
Añado un comentario a una entrada en el blog "Médico crítico" de irónico título: Salmo responsorial: el paciente es hiperdemandante e irracional.
El paciente es vulnerable, el paciente no es culpable.
De acuerdo con la prescripción diferida.
De acuerdo que hay médicos generadores de demanda [de consultas sucesivas].
De acuerdo con la sensatez exploratoria y terapéutica.
Pero es innegable que hay pacientes (minoría) que rebasan el empoderamiento.
El paciente es vulnerable, su temor es comprensible.
El médico ha de mantener la fortaleza para ayudarle en su debilidad.
El paciente es la razón de ser del profesional de la medicina.
El paciente es el objeto de todos nuestros desvelos.
Pero el médico no puede desenvolverse en un medio hostil y desorganizado.
El paciente es vulnerable, el sistema es irracional.
El usuario no siempre es paciente.
El médico no siempre es competente.
El medio no siempre es adecuado.
La organización asistencial no favorece la relación médico-paciente.
Así que podemos entonemos otro salmo responsorial:
“El paciente es lo que importa… Yo, médico pecador, me confieso…”
O quizás mejor un mantra:
“Om… El paciente es vulnerable… Ma… El sistema es irracional… Hum…”
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