miércoles, 22 de febrero de 2012

Un médico rural y un relato musical


El singular escritor Franz Kafka (1883-1924) reunió una colección de cuentos y textos cortos bajo el título Un médico rural (1917), que –según expresión ajena– poseen la belleza inexplicable de una herida. En el segundo relato, que lleva el título genérico, un médico de pueblo se ve desbordado por las expectativas que la familia de un enfermo grave pone en él y por las circunstancias; el galeno, que es el propio narrador, dice en un párrafo:
“No soy ningún reformador del mundo, y lo dejo donde está. Soy un vulgar médico del distrito que cumple con su deber hasta donde puede, hasta un punto que ya es una exageración. Mal pagado, soy, sin embargo, generoso con los pobres (...) Es fácil escribir recetas, pero en cambio es un trabajo difícil entenderse con la gente.”

En otro relato independiente titulado Josefina la cantora o El pueblo de los ratones (1924), fábula sobre la función del artista, la protagonista destaca en la mediocridad y la ausencia de competidores, pues su canto es el único en un pueblo sin apenas tradición musical. Al creer en su propia valía, la cantora se envanece como artista superior. Pero el mayor valor para los lugareños es el silencio lleno de paz, como se revela en este párrafo al inicio, por voz de un habitante del pueblo:
La quietud es nuestra música preferida; nuestra vida es dura, y aunque intentáramos olvidar las preocupaciones cotidianas no podríamos nunca elevarnos a cosas tan alejadas de nuestra vida habitual como la música.”
Esto me hace pensar en la música como evasión. La huida del mundo a su través se muestra como  la opción más sublime. El mismo médico rural podría haberse asido a ella para olvidar sus preocupaciones, profesionales y personales. La vida es dura...

Un médico rural (adaptación cinematográfica)

Cortometraje de animación de Koji Yamamura en dos partes:

Josefina la cantora o El pueblo de los ratones (representación sonoro-visual)
***
Sobre Franz Kafka (1883-1924) 
La obra del escritor checo en lengua alemana Franz Kafka, que nos ha llegado contra su voluntad (ordenó a su amigo Max Brod quemar sus manuscritos tras su muerte), señala el inicio de la profunda renovación que experimentaría la novela europea en las primeras décadas del siglo XX. Kafka dejó definitivamente atrás el realismo decimonónico al convertir sus narraciones en parábolas de turbadora e inagotable riqueza simbólica: protagonizadas por antihéroes extraviados en un mundo incomprensible, reflejan una realidad en apariencia reconocible y cotidiana, pero sometida a inquietantes mutaciones que sumergen al lector en una opresiva y asfixiante pesadilla, plasmación de las angustias e incertidumbres que embargan al hombre contemporáneo. 

Su legado plantea dificultades de interpretación, como se observa en su narración más conocida, La metamorfosis (1915); las múltiples interpretaciones, que van desde el enfoque existencialista al sociológico o psicoanalítico, pasando por las que parten del judaísmo o de la biografía del autor, siguen pareciendo reducciones o simplificaciones de una obra sin parangón en la literatura universal. Algo anterior es el relato La condena (1913), y posteriores son el cuento En la colonia penitenciaria (1919) y el volumen de relatos Un médico rural (1919). Títulos esenciales de su producción son las novelas El proceso (1925) y El castillo (1926). 

La existencia atribulada y angustiosa de Kafka se refleja en el pesimismo irónico que impregna su obra. Tan singular es la opresiva atmósfera que emana de sus más características narraciones, que incluso la lengua común ha incorporado el adjetivo kafkiano para referirse a una situación particularmente absurda y angustiosa.

Franz Kafka se coloca a la cabeza de la renovación del género novelístico en las primeras décadas del siglo XX, donde también han de ubicarse grandes maestros como el francés Marcel Proust, el irlandés James Joyce y el estadounidense William Faulkner. La originalidad y el inmenso valor literario de su obra le han valido una posición privilegiada, casi mítica, en la literatura contemporánea

2 comentarios:

  1. Mi querido José Manuel; aunque llego tarde, apelaré al dicho de que nunca lo es si la dicha es buena. Qué interesante me ha resultado toda esta información tan bien hilada y tan relacionada con lo que me gusta. Te agradezco muchísimo este descubrimiento - no conocía ninguna de las obras; me quedé en "La metamorfosis", como tantos. Tomo buena nota.
    Moitos bicos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tras releer estos relatos consideré oportuno elaborar la entrada. Las interpretaciones de Kafka pueden ser diferentes en cada lectura; con esa mezcla de realismo mágico, existencialismo, etc, a veces uno queda desconcertado. En cualquier caso, amiga Lola, la obra de este hombre atormentado es única, como bien se muestra en La Metamorfosis.
      Besos.

      Eliminar