lunes, 6 de julio de 2009

El verano y el sistema sanitario


Después de la tempestad viene la calma. Refrán

Ahora en el verano ardiente de la Gallaecia, ante la carencia de médicos sustitutos, compruebo más que nunca el desatino de nuestro sistema sanitario. Las listas siguen al completo y las “urgencias” se multiplican, porque todo tiene que ser inmediatamente: el parte de confirmación de una baja, el formulario para los baños termales o para una minusvalía, la receta para una pomada de dudosa eficacia. Casi nadie dispone de un mínimo de paciencia y la escasa valoración de los servicios sanitarios públicos se vuelve desprecio. Vemos al usuario inquieto y al galeno asfixiado, con la lengua fuera, por el aire caldeado y el ambiente enrarecido; como nunca, en los centros de atención primaria se hace patente la absoluta desatención a la salud laboral y se sufren las consecuencias de los malos arquitectos, sádicos diseñadores de espacios agobiantes. La incomunicación entre niveles asistenciales continúa igual o va a peor. Los formularios de diferente forma –siendo al cabo para lo mismo– brotan en el estío como los hongos en otoño. La polimedicación aumenta imparable, los inhibidores de la bomba de protones –o “prazoles”– se usan para proteger el estómago de todo (hasta de un mal pensamiento), los ansiolíticos se consumen como churros, los antiinflamatorios se administran a la ligera, los antibióticos se dispensan sin receta. Las tarjetas de salud se pierden como los paraguas, e igualmente los medicamentos que no cuestan. Los conflictos laborales se transforman en neurosis, los esguinces o “latigazos” cervicales por accidentes de tráfico tardan más en curar que las fracturas de tibia y peroné, las presuntas depresiones son escusa fácil para eludir obligaciones. El médico de cabecera se ahoga en su impotencia, convertido en burócrata; el político mira para otro lado, ajeno a la triste realidad; el gestor se encierra en su despacho, alejado de los problemas. El gasto inútil crece exponencialmente y el necesario se contrae cicateramente. Y a pesar de todo, el sistema aguanta milagrosamente; a pesar de los malos augurios no revienta... De momento, sólo de momento, no revienta.

Son demasiadas las tempestades...

"La tormenta", de Obertura de El Barbero de Sevilla de Rossini
[Vídeo añadido post.]

2 comentarios:

  1. Querido compañero, tras leer tu entrada "uso y abuso de los servicios sanitarios", leo esta otra y confirmo que dices con claridad meridiana lo que pienso y pensamos muchos médicos de familia sumidos en la desconcertante burocracia y exigencias del día a día de la consulta. Al menos, como en todo problema, tomar conciencia y expresarlo es un primer paso para buscar soluciones. Siempre y cuando no se atraviese en el siguiente paso la zancadilla político-gestora. Animo y gracias por tu blog.

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  2. Los obstáculos son de esperar, amigo Sachs, pues hasta la fecha las zancadillas han sido continuas. Por eso temo que cuando la epidemia gripal se manifieste de manera clara no demos abasto con los nuevos papeles y registros que los iluminados nos tienen reservado. De modo que algún día habrá que pasar a la acción, negándose a hacer lo que no nos corresponde. Gracias por tu comentario y por seguir este blog médico-melódico.

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