Es posible que de las seis sinfonías numeradas de Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), sin contar la programática Sinfonía Manfred, la mejor sea la Sinfonía nº 5, en cuanto a estructura formal y poder comunicativo. Eso creen muchos críticos y tchaikovskianos declarados. Reconozco por mi parte haber superado mi extrema inclinación, casi enfermiza, por la sonora fuerza emotiva del gran músico ruso, pero aunque ha dejado de ser obsesión sigo bebiendo periódicamente de su inacabable y atrayente fuente melódica; ballets, conciertos, poemas sinfónicos, suites sinfónicas, óperas… que llevan la inequívoca impronta del compositor. Por supuesto que la increíble Sinfonía nº 6 “Patética”, de superior carga dramática y heterodoxa ordenación de los movimientos, puede equipararse a la precedente como logro sinfónico. No, no sabría decir con cuál de las dos me quedaría, sin despreciar la Sinfonía nº 4, con su increíble “pizzicato ostinato”, ni olvidándome de las tres primeras sinfonías, más ligeras y optimistas, injustamente despreciadas tantas veces por no expresar de manera explícita las inseguridades y temores de su fatalista autor. Pero ahora quiero detenerme en la mentada inicialmente, espoleado por una entrada del blog amigo Sentidos, y particularmente en su segundo movimiento “Andante cantabile”, cuya inefable belleza nos arroba desde el comienzo con un solo de trompa. La articulación y fraseo de cada trompista y el tempo que impone aquí cada director, marcan las diferencias entre unas y otras interpretaciones, pudiéndonos servir de buena referencia de valoración. Y por último una confesión: así como de la “Patética” no he hallado mayor satisfacción que con la grabación de 1961 (ya ha llovido desde entonces) de Eugeny Mravinsky al frente de la Orquesta Filarmónica de Leningrado, de la Sinfonía nº 5 en Mi Menor, Op. 64, ninguna me parece haber superado a la de 1976 de Herbert von Karajan con la Filarmónica de Berlín. Aquí traigo el “Andante cantabile” en la estimable interpretación de Sergiu Celibidache y la Filarmónica de Munich. Y como curiosidad la “Canción de Annie”, de John Denver, inspirada en este maravilloso movimiento sinfónico. ¡Disfruten de ambas propuestas!
“Andante cantábile” de la Sinfonía nº 5 de Tchaikovsky
Münchner Philarmoniker Orchestra, Sergiu Celibidache
Inspirada en el "Andante cantabile" de la sinfonía Nº 5 de Tchaikovsky
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Interesantes ensayos sobre el gran compositor ruso
Otras entradas en las que hablamos de Tchaikovsky
Mucha música bullía en la cabeza de Tchaikovsky
Hola Jose Manuel, excelente obra y post.
ResponderEliminarTchaikovsky un gran compositor, ni que decirlo.
Saludos y buena semana.
Gracias, amiga Claudia, siempre tan atenta.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.
Qué preciosidad, qué maravilla mi querido José Manuel. La música de Tchaikovski, sea cual sea, no deja frío jamás. Comprendo perfectamente esa "extrema inclinación" de la que hablas y que muchos hemos sentido - y sentimos - por algunos compositores. Qué digo; en este caso es más que comprensible.
ResponderEliminarBicos mil.
PD: me gusta mucho J.Denver
Tchaikovsky no nos deja fríos, Lola, porque es "la sonora emoción". Y a pesar de sus desequilibrios y defectos formales, hay que volver a él de vez en cuando. Su atracción es poderosa.
ResponderEliminarMil bicos.