martes, 11 de febrero de 2014

Sobre el charlatanismo médico

vendedor de elixir

Los charlatanes son los hombres más discretos: hablan y hablan y no dicen nada
. Adolphe d'Houdetot


El charlatanismo médico es una mala práctica, en la que el charlatán presume de conocer lo que ignora y crea falsas expectativas en sus clientes.

En todas las áreas sanitarias en las que he trabajado, siempre he sabido de profesionales de la medicina afectados de charlatanismo. Quienes adoptan esta censurable forma de actuación no tienen más objetivo que la consecución de un beneficio económico. Su afán de lucro les impide el deseado comportamiento ético, basado en la honestidad y la transparencia; por el contrario, sus peligrosas armas terapéuticas son el engaño y la opacidad, obviando la verdad del conocimiento científico. Sin embargo, los charlatanes procurarán protegerse de algún modo; por ejemplo, no emitiendo informes comprometedores o prescribiendo fármacos sin indicación de datos del paciente ni fecha de emisión (ahora, con la receta médica privada individual, se les hace más complicado). Es decir, actúan evitando dejar cualquier rastro que los pueda implicar en una mala praxis.

En la actualidad, aún me llegan algunas recetas peculiares (sin datos del paciente y sin fecha) de uno de estos embaucadores, siempre con prescripción múltiple y, en general, de escaso o nulo valor terapéutico. Y es que los pacientes incautos que acuden al charlatán, por recomendación de conocidos o amigos, en busca de soluciones milagrosas, suelen requerir las recetas públicas oficiales que les aligeren la carga del gasto que suponen. Sospecho que el charlatán se rodea de un halo de misterio, para atraer a la gente como un encantador de serpientes, y que emplea el poder del efecto placebo, no de por sí condenable. Pero crea falsas expectativas en los dolientes y daña incluso el vínculo de confianza con su médico. Corresponde a los colegios médicos controlar estas actuaciones que, no siendo de intrusismo, perjudican seriamente a los profesionales de la medicina honestos

No hemos de olvidar que la regulación del ejercicio de las profesiones sanitarias es competencia de los respectivos colegios profesionales (de médicos, de farmacéuticos, de enfermería), que han de velar por las buenas prácticas. Los colegios profesionales s
on los herederos del protomedicato, tribunal o cuerpo técnico creado en el siglo XV, en tiempo de los Reyes Católicos, encargado de reconocer la suficiencia de los aspirantes a médicos y vigilar su ejercicio

El doctor Carlos A. Grau [v. enlaces relacionados, abajo] diferencia entre charlatán sin diploma (curandero) y charlatán con diploma, éste más lamentable. Y como dice el doctor Rafael Pacheco [v. ídem], “la figura del médico charlatán es especialmente rechazable y despreciable. El mismo galeno nos recuerda algunas formas de charlatanismo: publicidad extracientífica, placas anunciadoras de tamaño desmesurado, ostentación de instrumental e instalaciones, desdén hacia los compañeros honestos, uso de remedios secretos, institutos de terapias “milagrosas”. Son formas criticables que, más allá de lo estético, atentan contra las normas de la bioética médica. No todo ha de valer para ganarse fama y fortuna. No puede legitimarse la estafa que supone el charlatanismo médico.  

El charlatán
***
Hablamos de  charlatán como embaucador,
que engaña aprovechándose de la inexperiencia o la ingenuidad de otros.

Ahora también hay charlatanismo a través de los medios, mediante propaganda engañosa de productos milagrosos que en realidad son inútiles.

Enlaces relacionados
El charlatanismo en medicina, por el Dr. Carlos A. Grau
Charlatanismo médico, por el Dr. Rafael Pacheco Guevara
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Y como complemento al charlatanismo médico, nos parece adecuada la fábula en verso EL ZAPATERO MÉDICO, de Félix María de Samaniego.

Un inhábil y hambriento zapatero
en la corte por médico corría:
Con un contraveneno que fingía
ganó fama y dinero.
Estaba el Rey postrado en una cama,
de una grave dolencia;
para hacer experiencia
del talento del médico, le llama.
El antídoto pide, y en un vaso
finge el Rey que le mezcla con veneno:
Se lo manda beber; el tal Galeno
teme morir, confiesa todo el caso,
y dice que sin ciencia
logró hacerse doctor de grande precio
por la credulidad del vulgo necio.
Convoca el Rey al pueblo: «¡Qué demencia
es la vuestra, exclamó, que habéis fiado
la salud francamente
de un hombre a quien la gente
ni aun quería fiarle su calzado!»

Esto para los crédulos se cuenta,
en quienes tiene el charlatán su renta.

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