Cristo crucificado, de Diego Velázquez |
El Soneto a Cristo crucificado es una auténtica joya de la poesía mística. Tenido como pieza anónima de la segunda mitad del siglo XVI, hay quien lo atribuye a Lope de Vega; y, por su estilo, yo lo creo posible. Dejemos correr los versos de este maravilloso soneto en esta Semana Santa (que de amor a Dios extienda el amor entre los hombres), y escuchémoslo excelentemente recitado.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
***
Ya habíamos traído aquí este impresionante soneto, pero merece la pena repetirlo.
Gracias amigo Jose Manuel por este maravilloso tesoro que nos descubres, resulta estimulante por su mensaje y belleza .., a la vez que da confianza comprobar las raices mas profundas de nuestra Hispania.
ResponderEliminarNo conozco soneto espiritual más sentido, amigo Juan.
EliminarUn abrazo.