Bajo el mandato de Dioniso,
aniquilando boleros–tangos–coplas...
Monotonía ausente en farra incontenible.
Atrapado en enólicas visiones,
aullando en duermevela incontenible y volátil.
Transido por bioquímicas reacciones,
flotando entre vaivenes sobre nubes encantadas.
Enredadas neuronas en tinieblas,
al borde de una rugiente catarata...
Rojo y blanco. Abotargado y guiñapo.
Libre de la oficialidad del tiempo,
batiendo la mandíbula con ojos distantes.
Chascarrillos y cuentos (estolideces al viento),
violines guturales y trombones gastroesofágicos.
La lengua, que desenfrenada brinca,
arremete azuzada rebuznando.
Empodrecida atmósfera por metabólicos fluidos,
vértigo–cefalea–ofuscación... Caos en la encefálica corteza.
Inenarrable sensación —acaso fugitiva—
que embota y desorienta. Debilitada carne está vencida.
Furtiva reflexión en un momento lúcido...
¡Inicua libertad que voluntades devora!
¡Odioso anegamiento de vicio perdonable!
Siento el peso de la abulia extrema e invencible,
torturadora carga que aplasta el alma.
Al fin desfallecido. Y, de bruces, reposo.
Duermo. Duermo. Duermo...
[mar. 1995]
Un ejemplo de la forma musical "Fuga"
Fuga en Do Mayor de Johann Pachelbel
***
Refiriéndonos a Dioniso, dios olímpico del vino (Baco para los romanos), bien podría valer como ilustración de nuestro poema el famoso cuadro de Velázquez: Los borrachos o El triunfo de Baco (1628-162).
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