Ningún mar en calma hizo experto a un marinero, se ha dicho; y en medio de las tormentas debe mantener la calma. Pero la falta de calma en el medio laboral induce a cometer errores; y el médico que trabaja bajo presión tiene muchas probabilidades de cometer un error de prescripción...
–¿Qué tal su nivel de entusiasmo, doctor Aceleratus?
–Le aseguro que procuro entregarme en mi quehacer como médico de familia, señor Curioso. No me supone gran esfuerzo brindar ayuda y dar útiles recomendaciones.
–¿Y siempre con buen ánimo? –inquiere Curioso.
–Bueno... –tibubea Aceleratus–. Siempre y cuando no desempeñe mi labor bajo presión, o sometido a excesivas exigencias. Y cada vez es mayor el agobio...
–No le entiendo. ¿Podría explicármelo con más detalle?
–Me explicaré… Quien se desenvuelve en el sanitario mundo, con gente que sufre dolencias del cuerpo y del alma, precisa un ambiente propicio y, sobre todo, que no se le meta prisa. Ni en situaciones de urgencia, en las que se exige rapidez, no prisa. De lo contrario, el trabajo es tortura y el entusiasmo desaparece o se transforma en indiferencia.
–Ahora lo comprendo perfectamente, doctor Aceleratus. Usted quiere trabajar con calma... y en la calma.
–Exactamente, señor Curioso, eso es lo que busco: la calma.
Te busco - Celia Cruz
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