sábado, 4 de abril de 2020

Pío Baroja dixit

Pío Baroja

Baroja ha escrito, ciertamente, los mejores retratos y, sin duda, los mejores paisajes que se han escrito en lengua castellana.
El defecto de Baroja es que es un hombre de adjetivo ligero. A veces juzga, adjetiva, ligeramente —los lanza como los asnos los pedos—.
Josep Pla

Traemos unas cuantas frases escritas o pronunciadas por Pío Baroja (1872-1956), médico que abandonó la medicina para dedicarse a la literatura, particularmente como novelista. Autor, entre otras novelas, de La buscaEl árbol de la ciencia.

  • Hay que reírse cuando dicen que la ciencia fracasa. Lo que fracasa es la mentira; la ciencia marcha adelante, arrollándolo todo. 
  •  La generalidad de los hombres nadamos en el océano de la vulgaridad.
  • A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre. 
  • La historia es una rama de la literatura.
  • La revolución es buena para los histriones. Sirven todos los gritos, todas las necedades tienen valor, todos los pedantes alcanzan un pedestal.
  • Para mí un político es un retórico a quien no hay que tener en cuenta y el Gobierno que no haga nada es el mejor. 
  • Es que la verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semiverdad o en la mentira, muchos​.
  • La crueldad, como la estupidez, cuanto más adornadas son más detestables.
  • El carlismo se cura leyendo y el nacionalismo, viajando. [atribuida, dudosa]
  • La burocracia en los países latinos parece que se ha establecido para vejar al público.
  • Solo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez. 
  • Una novela larga será siempre una sucesión de novelas cortas.

Obra de Pío Baroja

Notas:
La primera obra de la trilogía "La lucha por la vida" es La busca.
Entre las novelas que no se citan, es importante El árbol de la ciencia.
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Otras entradas sobre Baroja
José de Letamendi [El árbol de la ciencia]

Enlaces externos
Pío Baroja –Biografías y Vidas
Pío Baroja, por Luis Antonio de Villena
Pío Baroja se retrata a sí mismo en La sensualidad pervertida, novela de 1920: sentimental y cínico, melancólico y cerebral, quijote e hidalgo, débil y fatalista... sin duda es un "pequeño buscador de almas". 
 
PÍO BAROJA (1872-1956): APUNTE SOBRE SU TÉCNICA NARRATIVA Y ESTILO 
Baroja no creía en un tipo único de novela, sino en un género multiforme, proteico, en formación, en fermentación; lo abarca todo: el libro filosófico, el libro psicológico, la aventura, la utopía, lo épico; todo absolutamente. Porque la novela no es un género bien definido como un soneto. Su idea de la novela era abierta, polifónica, permeable y fragmentaria, pues la consideraba un fluir en sucesión. Su composición debe ser heterogénea («la novela es un saco en que cabe todo»). Conformaba sus obras como una serie de episodios dispersos, unidos muchas veces por la presencia de un personaje conductor central en medio de cientos de personajes episódicos o secundarios, o por una serie de personajes conductores que se suceden, como en El laberinto de las sirenas.

La mayor parte de los personajes barojianos son seres inadaptados o antihéroes que se oponen al ambiente y a la sociedad en la que viven, pero, impotentes e incapaces de demostrar energía suficiente para llevar lejos su lucha, acaban frustrados, vencidos y destruidos, físicamente o moralmente, y, en consecuencia, condenados a someterse al sistema que han rechazado. Así ocurre con sus personajes más famosos: el Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia, que se suicida; el Fernando Ossorio de Camino de perfección, incapaz de ver que la sociedad se impone a sus vanas ilusiones; el César Moncada de César o nada, que ve destruidos todos sus esfuerzos de político progresista al abandonar apenas un momento la lucha para ocuparse de sí mismo, o el Martín Zalacaín de Zalacaín el aventurero, asesinado por la familia rival, los Obando, o Manuel, protagonista de La lucha por la vida, que se ve una y otra vez arrojado a los mismos barrios bajos miserables.

En cuanto a la caracterización de sus personajes, que Baroja llama «muñecos», opta por que se vayan reflejando mediante sus propios actos o mediante las observaciones del propio narrador, pues aborrece el monólogo interior. Tras examinar las virtudes de grandes psicólogos de personajes como Stendhal y Dostoievski, Baroja concluye que es imposible crear caracteres sin incurrir en contradicciones, cuando a él lo único que le obsesiona es la sinceridad y la verdad: profundizar en los caracteres determina siempre en la narrativa una propensión a la patología, por lo que no es raro que muchos personajes, si se profundiza en ellos, terminen por aparecer raros o perturbados, como muchos en sus novelas. 

El escepticismo barojiano, su idea schopenhaueriana de un mundo que carece de sentido, su falta de fe en el ser humano le llevan a rechazar cualquier posible solución vital, ya sea religiosa, política o filosófica y, por otro lado, le conducen a un marcado individualismo pesimista, y no por ello anarquizante

A menudo se ha reprochado a Baroja su descuido en la forma de escribir. Eso se debe a su tendencia antirretórica, pues rechazaba los largos y laberínticos periodos de los prolijos narradores del realismo, actitud que compartió con otros contemporáneos suyos, así como el afán de crear lo que denomina una «retórica de tono menor», caracterizada por: empleo del período corto, sencillez y economía expresiva, tono agrio, selección de un léxico que degrada la realidad a tono con la actitud pesimista del autor, breves ensayos (expone algunas de sus ideas e intensos intermedios líricos), tempo narrativo rápido, atomización de la estructura novelística en capítulos muy cortos (probablemente por influjo de la novela por entregas que leyó en su juventud) y con gran abundancia de personajes secundarios (anuncia el personaje o protagonista colectivo de novelas posteriores como La colmena de Camilo José Cela), diálogos respetuosos con la oralidad y la naturalidad, deseo de exactitud y precisión. 

Pío Baroja utilizó a veces un tipo de novela formada esencialmente por diálogos, como en La casa de Aizgorri, Paradox, rey y El nocturno del hermano Beltrán.

Pío Baroja (1920-1923)Juan de Echevarría

2 comentarios:

  1. "La busca" es la más conocida de las tres novelas de la trilogía a la que pertenece, pero las otras dos, "Mala hierba" y "Aurora roja", son también muy buenas. En la última, se cierra el proceso de maduración de Manuel, el protagonista, que ya no es el chaval medio delincuente de "La busca", sino un obrero joven y concienciado, con inclinaciones anarquistas. El retrato que ofrece la trilogía de la España de principios del XX, en cuanto a intensidad, interés y colorido, está a la altura del que da Arturo Barea en la primera parte de "La forja de un rebelde". No entraré en la flatulenta valoración de Pla, gran escritor que no puede exhibir en su obra una sola novela como esas de las que escribió Baroja en cantidad, y bastantes de ellas muy buenas, pero iré directamente a lo esencial: Baroja es un novelista de indiscutible grandeza, porque para hacer buenas novelas importa más narrar bien que adjetivar bien (y habría mucho que decir acerca de cómo adjetiva Baroja), y en vigor narrativo a Baroja hay pocos que le igualen. En cuanto al carlismo -peste a la que el escritor vasco odiaba-, leí hace poco una excelente novela suya que retrata muy bien lo que debió de significar para España y la diabólica crueldad de los señores de la guerra carlistas: "La nave de los locos". Está editada en Cátedra, o sea: edición buena y baratita. Salud y saludos, para ti y para todos, Pepe.

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  2. Además de "El árbol de la ciencia", he leído "La busca", pero no las otras dos de su trilogía. Indiscutiblemente, Baroja es un gran narrador. Y supongo que Pla era particularmente crítico con la hojarasca literaria, no con la fuerza narrativa de don Pío. En cualquier caso, Pablo, gracias por tu sabia contribución a esta entrada aforística. Abrazos también para ti y los tuyos. ¡A cuidarse!

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